Livestock Research for Rural Development 31 (12) 2019 LRRD Misssion Guide for preparation of papers LRRD Newsletter

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Crianza artificial de cabritas Anglo Nubian: comparación de dos lacto-reemplazantes

Laura Simonetti, Carolina Valverde y Mercedes Ghibaudi

Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Ruta 4, Km. 2, Llavallol, Buenos Aires, Argentina
simonettilaura@yahoo.com.ar

Resumen

El tambo caprino es una alternativa para los sistemas productivos en pequeñas superficies de la provincia de Buenos Aires, Argentina. La crianza artificial con lacto-reemplazantes de las cabritas para reposición permite destinar toda la leche al ordeñe. Si bien esta tecnología está difundida en otras especies como vacunos, son necesarios más estudios en caprinos. El objetivo fue evaluar la crianza artificial de 20 cabritas de raza Anglo Nubian, según dos lacto-reemplazantes: sustituto lácteo vacuno comercial (SL) vs. leche en polvo entera vacuna (LP). Se evaluaron: peso vivo (PV), cuadros diarreicos (CD), hematocrito (HTO) y glucemia (GLU). En la semana 2, PV no dependió del lacto-reemplazante (p>0,05), pero a partir de la semana 4, LP tuvo pesos superiores (p<0,05). Sin embargo, al final de la crianza (semana 12), PV fue similar entre tratamientos (p>0,05), promediando 14,6±0,260 kg. Sólo se registraron CD en SL, que duraron menos de 24 h y no causaron complicaciones severas. HTO y GLU no variaron entre tratamientos (p>0,05), aunque sí con el tiempo (p<0,05), manteniéndose siempre en rangos normales. Se concluye que ambos lacto-reemplazantes permiten una lactancia artificial adecuada de cabritas, debiendo tener precaución con la aparición de diarreas al alimentar con sustituto lácteo.

Palabras clave: leche en polvo, sustituto lácteo


Artificial rearing of Anglo Nubian goat kids: comparison of two milk replacers

Abstract

Dairy goat raising is an alternative for small-scale production systems in Buenos Aires province, Argentina. Artificial rearing of female goat kids with milk replacers allows all milk to be used for sale/consumption. While this technology is widespread in other species such as cattle, further studies in goats are necessary. The objective was to evaluate the artificial raising of 20 Anglo Nubian female goat kids, according to two milk replacers: commercial cow milk substitute (MS) vs whole cow milk powder (MP). The following were evaluated: live weight (LW), diarrheal disorders (DD), hematocit (HTO) and blood glucose (GLU). In week 2, LW did not vary  according to milk-replacer, but in week 4, MP had higher live weights. However, at week 12, LW was similar between treatments, averaging 14.6±0.26 kg. DD were recorded only in MS, which lasted less than 24 h and did not cause severe complications. HTO and GLU did not vary between treatments, but with time, always maintaining normal ranges. It is concluded that both milk replacers support adequate growth of female goat kids, being careful with the appearance of diarrhea when feeding with milk substitute.

Key words: milk powder, milk substitute


Introducción

El stock caprino en Argentina ha sido estimado en 4.720.674 cabezas (Minagri 2015). La producción caprina nacional se desarrolla principalmente en sistemas extensivos, caracterizados por su baja productividad. La mayor parte de los hatos pertenece a pequeños productores que desarrollan la actividad en forma precaria y que viven en condiciones de subsistencia o de marginalidad económica. Básicamente, la caprinocultura se orienta a la producción de fibra en el sur del país y a la obtención de cabritos mamones para faena, y secundariamente leche, en el centro y norte (Bayona et al 2016).

En la provincia de Buenos Aires, la actividad caprina es reciente. A pesar de que su participación en el stock nacional es de sólo el 1,3%, es de notar que ha venido en aumento en los últimos años, creciendo un 273% en el período 2008-2017 (SENASA 2017). Su orientación es el tambo, resultando Buenos Aires un caso atípico de la lechería caprina en el país, ya que se desarrolla en competencia con otras actividades agropecuarias (Gutman et al 2004). El tambo caprino se plantea como una alternativa para aumentar la rentabilidad de las explotaciones, especialmente aquellas de menor escala, basadas en el trabajo familiar, con su consecuente contribución a favorecer el desarrollo rural. De este modo, la actividad puede ser una fuente alternativa de ingresos para las familias del sector rural, favoreciendo su arraigue en el medio.

Buenos Aires presenta ventajas competitivas y comparativas que la hacen muy apropiada para la producción lechera caprina, tales como: mejores condiciones agroclimáticas, con buena oferta forrajera; afluencia turística, que permite el desarrollo de emprendimientos agroturísticos; escasa superficie de los establecimientos, que obliga al desarrollo de actividades más intensivas y/o no tradicionales; cercanía a la industria, lo que permite aumentar el poder de comercialización; cercanía a los grandes centros de consumo, con la posibilidad de introducir productos diferenciados; tradición en lechería vacuna, lo que permite conseguir insumos más fácilmente (Ghibaudi et al 2018).

En estos establecimientos, la actividad requiere de la adopción de distintas prácticas que permitan aumentar la eficiencia productiva. Entre ellas, está la crianza artificial (“guachera”) de cabritos, ya sea hembras para reposición o machos para reproducción (Luparia et al 2009). Ésta consiste en suprimir el amamantamiento natural del cabrito y sustituirlo por un sistema de amamantamiento artificial (Moreno García 1986). De esta manera, toda la leche producida por las cabras puede destinarse a la elaboración de quesos y otros productos de alto valor agregado. Además, la crianza artificial permite: reducir los costos en la alimentación utilizando sustitutos; acelerar el paso de lactante a rumiante; controlar la correcta alimentación de cada cabrito; lograr un mejor crecimiento en caso de nacimientos múltiples; obtener lotes más homogéneos al desleche; mejorar el control sanitario manteniendo a esta categoría más sensibles separada de fuentes de contaminación; evitar el desequilibrio mamario que ocurre cuando los cabritos maman más de un pezón; detección precoz de problemas sanitarios en la ubre (mastitis, agalaxia); posibilidad de medir la producción láctea desde el inicio (Buxade 1996; Mantecón et al 2000; Martínez y Flores 2011).

Si bien la crianza artificial es una herramienta ampliamente utilizada en terneros de tambo, es menos adoptada en el sector caprino (Martínez y Flores 2011). En general, las metodologías de crianza artificial suelen basarse en recomendaciones locales sin sustento científico. Los tambos caprinos bonaerenses que la practican suelen usar leche vacuna en polvo como lacto-reemplazante, sin embargo el costo de este insumo es elevado, pudiendo reducirse a partir de su reemplazo por sustitutos lácteos.

El objetivo fue evaluar dos lacto-reemplazantes (sustituto lácteo formulado para terneros vs. leche en polvo vacuna) durante la crianza artificial de cabritas Anglo Nubian.


Materiales y métodos

Localización

El ensayo de crianza artificial (“guachera”) se realizó en el “Módulo M.E.C.I. de Rumiantes Menores”, que se encuentra en el campo de la Facultad de Ciencias Agrarias, UNLZ (provincia de Buenos Aires, Argentina).

Animales

Se utilizaron 20 cabritas de raza Anglo Nubian, procedentes de un tambo caprino privado cercano. Al nacer, las cabritas fueron identificadas mediante caravana y pesadas una vez secas. Los primeros 3 días fueron alimentadas con calostro obtenido del ordeñe manual de sus madres y administrado con mamadera.

Tratamientos

Las cabritas fueron asignadas a dos tratamientos según el tipo de lacto-reemplazante:

- Sustituto Lácteo (SL; n=10): alimentación mediante sustituto lácteo AF-80 (Asociación de Cooperativas Argentinas), formulado para terneros, concentración de 150 g/l (ajustada según materia seca). Su composición química se presenta en la Tabla 1. Este producto está formulado con 83% de componentes lácteos, proteínas lácteas (caseína) verdaderas y ácidos grasos de composición similar a la leche.

- Leche en Polvo (LP; n=10): alimentación mediante leche vacuna entera en polvo Mageral (San Satur S.A.), concentración de 142 g/l (ajustada según materia seca). La composición química de la misma está descripta en la Tabla 2.

Tabla 1. Composición química del sustituto lácteo

Parámetro

Porcentaje

Proteína bruta (mín.)

23

Extracto etéreo (mín.)

15

Fibra bruta

1

Minerales totales (máx.)

8

Humedad (máx.)

7

Calcio (mín.-máx.)

0,6-1,2

Fosforo (mín.-máx.)

0,7-1,3

Energía metabolizable (Kcal/kg)

4.000



Tabla 2. Composición química de la leche en polvo

Parámetro

Porcentaje

Proteínas

26

Carbohidratos

39

Grasas totales

27

Grasas saturadas

16

Grasas trans

0

Fibras alimentarias

0

Sodio

0,5

Valor energético (kcal/kg)

5.000

Alimentación y manejo

Se procedió a alimentar a las cabritas siguiendo una transición gradual de leche de cabra al lacto-reemplazante durante los primeros 5 días; luego recibieron 100% de lacto-reemplazante. Durante la primera semana el volumen diario ofrecido fue de 0,50 a 0,75 litros, pasando a 1 litro en la segunda semana, e incrementando a 1,2 litros en la cuarta semana. Durante la quinta y sexta semana se alimentó con 1,5 litros, volumen que fue disminuyendo gradualmente (semana 7: 1,2 litros; semanas 8 y 9: 1 litro; semana 10: 0,75 litros; semanas 11 y 12: 0,50 litros). La entrega fue realizada en dos tomas diarias hasta completar la semana 9; a partir de la semana 10, fue reducida a una toma diaria. La temperatura de suministro de los lacto-reemplazantes siempre estuvo entre los 38ºC y 45ºC. La administración fue al principio con mamadera y luego del día 10 mediante tarro individual provisto de tetina. A partir de la tercer semana, la alimentación se completó con alimento balanceado iniciador “Arranque Ternero” (18% PB; Asociación de Cooperativas Argentinas) y fardo de alfalfa, ambos ofrecidos a voluntad, teniendo libre acceso al agua de bebida. En el caso de detectar diarrea se procedió a suministrar en forma oral una pastilla de carbón inactivado disuelta en agua tibia en el volumen correspondiente a la toma, hasta finalizar la sintomatología. Ante este cuadro, siempre se suspendió la toma del lacto-reemplazante correspondiente a ese turno.

Registros

Peso vivo (PV; kg): Se registró el peso al nacer, una vez secas las cabritas, y luego cada 14 días durante toda la etapa de guachera. Se midió en ayuno mediante balanza digital con 10 g de precisión.  Ganancia diaria del peso vivo (GDPV; g): Se calculó la GDPV durante toda la etapa de crianza artificial para cada grupo, a partir de los registros de los pesos al nacer y a la semana 12. Cuadros diarreicos (CD; %): Se tomaron registros de la aparición de cada cuadro diarreico, así como también la duración del mismo. Glucemia (GLU; mg/dl): Cada 14 días a partir de la semana 4 se extrajo sangre de la vena yugular externa, en condiciones de ayuno. Las muestras fueron acondicionadas con anticoagulante G (Wiener Lab.). El plasma fue obtenido por centrifugación y conservado a -20°C hasta su análisis. Se midió glucemia (mg/dl) mediante espectrofotometría, usando un kit comercial basado en el “método enzimático” (Wiener Lab.). Cada muestra fue procesada y medida por duplicado. Los CV intraensayo e interensayo fueron de 8% y 5,2%, respectivamente. Hematocrito (HTO; %): Se midió en los mismos tiempos anteriormente indicados para glucemia. Los capilares cargados con sangre entera fueron centrifugados en una microcentrífuga a 10.000 r.p.m. y el porcentaje de glóbulos rojos en sangre fue calculado a partir de la medición directa de la capa utilizando un lector de hematocrito (Ábaco).

Análisis estadísticos

Se analizó la evolución de PV mediante PROC MIXED para mediciones repetidas, según el tratamiento (SL vs. LP), el tiempo (Semanas 2, 4, 6, 8, 10 y 12) y su interacción, considerando el peso al nacer como covariable. La GDPV fue analizada mediante PROC GLM, según el tratamiento (SL vs. LP). Se calcularon los estadísticos descriptivos para el análisis de la incidencia de cuadros diarreicos. Los datos de hematocrito y glucemia fueron analizados con PROC MIXED para mediciones repetidas, según el tratamiento (SL vs. LP), el tiempo (Semanas 4, 6, 8, 10 y 12) y su interacción. Todos los análisis fueron realizados mediante el paquete estadístico SAS (2019).


Resultados y discusión

Efectos sobre PV y GDPV

Al analizar la evolución del peso, se detectó interacción entre el tratamiento y el tiempo, procediéndose a su apertura según el tiempo.

 Como se aprecia en Tabla 3, el peso de las cabritas hacia la semana 2 no dependió del tipo de lacto-reemplazante. A partir de la semana 4, el tratamiento LP tuvo pesos superiores en comparación con SL. Sin embargo, al final de la etapa de guachera (semana 12) el peso de las cabritas fue similar entre los dos tratamientos. Esto puede deberse a que, probablemente, al aumentar el consumo de sólidos hacia el final del ensayo, los pesos en ambos tratamientos lograron equipararse.

Tabla 3. Evolución del peso en cabritas Anglo Nubian según el tipo de lacto-reemplazante (kg; lsmeans (mín-máx); SEM)

Tiempo

Sustituto Lácteo

Leche en Polvo

SEM

p.

Semana 2

4,61 (4,38-5,15)

4,37 (3,35-5,04)

0,117

0,16

Semana 4

6,10 (5,36-6,92)

6,88 (6,09-7,32)

0,185

<0,01

Semana 6

8,81 (8,60-9,37)

9,36 (8,22-10,3)

0,184

0,04

Semana 8

10,7 (9,43-11,9)

11,6 (10,3-12,8)

0,221

<0,01

Semana 10

12,5 (11,3-14,2)

13,7 (12,2-15,2)

0,305

<0,01

Semana 12

14,4 (12,2-16,8)

14,8 (13,0-16,6)

0,362

0,44

Se muestran diferencias estadísticas entre lacto-reemplazantes, para cada tiempo

Las GDPV promedio en toda la etapa de guachera (12 semanas) fueron 132±4,73 y 137±4,52 g para SL y LP, respectivamente, resultando sin diferencias.  Los resultados que aporta la literatura son variables en función de varios aspectos, tales como la raza, el sexo y el tipo de sustituto lácteo. El peso obtenido en la semana 8 en el tratamiento SL (10,7 kg) fue levemente superior a los 10,1 kg reportados por Luparia et al (2009) en cabritos machos y hembras de razas Saanen, Anglo Nubian y sus cruzas, con similar peso al nacimiento y alimentadas con el mismo sustituto lácteo a razón también de 150 g/l. Cabe señalar que, además de diferir en la genética y de incluir a machos, en el ensayo realizado por Luparia et al (2009) se empezó a suministrar alimento balanceado a partir de los 7 días de vida; además, estos autores incorporaron a los 45 días heno de alfalfa molido, mientras que en el presente trabajo, al igual que el alimento balanceado, el fardo fue suministrado a voluntad a partir de la tercera semana. Otra diferencia radica en que los autores usaron un protocolo de alimentación basado siempre en 1,5 l/d como máximo, mientras que en nuestro caso el volumen ofrecido fue variando según la edad.

El trabajo reciente de Quintana Quiñonez (2018) señala similar evolución de peso entre los 10 y 60 días de vida en cabritos con características fenotípicas Saanen y Alpino francesa, alimentados con leche fluida de vaca vs. sustituto lácteo comercial para terneros ofrecido a razón de 150 g/l. Al finalizar el experimento (día 60), los cabritos criados con sustituto pesaron 7,73 kg, muy inferior al peso del grupo SL en el presente trabajo. Además del factor racial, otras diferencias estuvieron en el volumen ofrecido (constante de 1 litro por día) y en el momento de la incorporación de sólidos (a partir del día 31).

El peso alcanzado por cabritas de raza Granadina alimentadas con un lacto-reemplazante de calidad (PB: 34,5% de la MS siendo el 50% láctea; EE 30% de la MS), suministrado a una concentración del 20% por kg MS (Sanz Sampelayo et al 1997), tanto al primer (7 kg, 162 g/d) como al segundo (12,2 kg, 174 g/d) mes fueron mayores a los obtenidos en nuestro trabajo con los dos tratamientos. Estas diferencias podrían atribuirse, entre otros, a la raza utilizada y al sustituto lácteo, con mayor contenido de proteína y grasa. Aramendi et al (2015) compararon la alimentación de cabritos (hembras y machos) de biotipo lechero con 100% de leche materna vs. sustituto lácteo formulado para cabritos administrado en dos concentraciones (117 y 174 g/l). Como resultado, a las 8 semanas, obtuvieron 10,6 kg en cabritos alimentados con sustituto en alta concentración, valor intermedio entre 11,7 y 10,0 kg logrados con leche materna y sustituto a baja concentración, respectivamente, resultando sin diferencias estadísticas. Sin embargo, la GDPV fue mayor en cabritos alimentados con leche de cabra (150 g/d) vs. aquellos criados a base de sustituto (118 y 127 g/d, para baja y alta concentración, respectivamente). Al comparar la composición de los sustitutos lácteos, el utilizado por dichos autores, formulado específicamente para rumiantes menores, presentó un contenido mayor de proteína y de grasa que el probado en nuestro trabajo, formulado para terneros. Tacchini et al (2006) reportan una tasa de crecimiento de 132 g/d a los 57 días de vida al alimentar con sustituto lácteo comercial a animales cruza Saanen x Criollo, valor similar al del presente trabajo para SL a igual tiempo (135 g/d).

Galina et al (1995) realizaron un trabajo sobre crianza artificial en cabritas de razas Alpina, Toggenburg y Saanen, durante sus primeras 8 semanas de vida. Estos autores reportaron una ganancia promedio de 170 g/d con leche vacuna entera a una concentración de 95 g/kg, valor superior al del grupo LP (152 g/d) estimado para el mismo lapso. Esta diferencia podría deberse, además del factor racial, a que la leche entera vacuna que usaron era de vacas Ayshire, raza con un alto porcentaje de grasa en leche. En cuanto al tratamiento con sustituto lácteo, cuya composición no es informada, la GDPV obtenida por estos autores fue de 153 g/d, lo que representa unos 20 g/d mayor a la registrada en nuestro caso para SL a la 8°semana (135 g/d). Al comparar, entre otros, estos dos lacto-reemplazantes, Galina et al (1995) encontraron diferencias en tasa de crecimiento. Estos autores sugieren que el crecimiento de cabritos en crianza artificial se relaciona linealmente con el contenido de materia seca de la leche o sustituto, y más precisamente con el nivel de energía y proteína.

Según Morand-Fehr et al (1982), un lacto-reemplazante para cabritos debe estar compuesto por un 16-24% de grasa y un 20-28% de proteína. Si comparamos estos valores con los del sustituto lácteo utilizado en el ensayo (AF-80, ACA), el porcentaje de extracto etéreo informado fue mínimo del 15%. Sin embargo, al evaluar este mismo valor en la leche en polvo (Mageral), con un 27%, superó ampliamente al aporte de SL. El aporte de proteína en ambos casos estuvo dentro de los valores de referencia.

Efectos sobre CD

Durante el transcurso de la guachera se registraron diarreas sólo en el grupo SL. Su incidencia fue: semana 1: 5/10 animales; semana 2: 7/10 animales; semana 3:1/10 animales. En ninguna ocasión el cuadro diarreico se extendió por más de 24 h, ni se observaron complicaciones (deposiciones sanguinolentas, signos de deshidratación). Sabiendo que los cuadros diarreicos sólo se presentaron en SL, se podría inferir que el sustituto no estaría totalmente ajustado a las necesidades nutricionales de la especie caprina. Al analizar la evolución de la aparición de cuadros diarreicos, notamos que éstos se presentaron en el momento de transición de leche de cabra al lacto-reemplazante y/o en coincidencia con el aumento del volumen de la toma. Cabe destacar que los cuadros diarreicos fueron en disminución acorde fue aumentando la ingesta de sólidos, por lo cual se podría inferir que el consumo de éstos corregiría en cierta manera el desbalance a nivel intestinal ocasionado por el sustituto lácteo. También podría ocurrir que la flora intestinal se adapte al sustituto lácteo con el tiempo de lactancia.

Un alto contenido de lactosa puede causar inflamación de la mucosa intestinal, con formación de gas y diarrea (Galina et al 1995; Gutiérrez Molotla 2016). Es sabido que la leche caprina se caracteriza por tener un bajo contenido de lactosa (1-13% menos que la de vaca y hasta 41% menos que la humana) resultando más tolerable (Palma Parodi et al 2015). El contenido de lactosa no es informado en la composición química tanto del sustituto como de la leche en polvo probados. Los sustitutos lácteos deben tener una concentración de lípidos suficiente para mantener un aporte adecuado de energía, sin tener que recurrir a una elevada ingestión de hidratos de carbono, para evitar así la aparición de diarreas (Mantecón et al 2000). El sustituto lácteo que utilizamos en este trabajo podría tener menor porcentaje de extracto etéreo que lo recomendado por Morand-Fehr et al (1982), lo que sería un punto a evaluar al analizar las posibles causas de diarreas.

Los hidratos de carbono no digeridos en el intestino delgado pueden ser fermentados por actividad microbiana en el intestino grueso, pero los productos resultantes no son absorbidos por el animal y pueden ocasionar diarreas; este cuadro se puede presentar, además, cuando los hidratos de carbono del alimento no son de fácil absorción, lo que demora el tiempo en que permanece en el intestino (Mantecón et al 2000). En cuanto a la composición proteica del sustituto, el paso al intestino de un exceso de proteínas no digeridas en el abomaso reduce la actividad de las enzimas pancreáticas y podría asociarse con la aparición de diarreas (Mantecón et al 2000). Por este motivo, lo que se recomienda es una concentración adecuada de proteínas y que éstas sean en su mayor proporción de origen lácteo.

Varios autores reportan la aparición de desórdenes grastrointestinales en cabritos alimentados con sustituto lácteo. Entre ellos, Galina et al (1995) registraron diarreas severas, de entre 2 y 4 días de duración, en cabritas alimentadas con 50% sustituto lácteo comercial vacuno y 50% suero, no así en otros tratamientos (leche entera vacuna y leche entera caprina, sólos o con diferentes inclusiones de suero, y sustituto lácteo comercial vacuno con menor incorporación de suero). Dichos autores atribuyen la ocurrencia de estos cuadros a que el nivel de incorporación de suero fue mayor a los límites de tolerancia del animal. En el caso del sustituto sólo, su baja concentración (95 g/l) podría explicar la ausencia de diarreas. Contrario a nuestros resultados para SL, en el trabajo de Tacchini et al (2006) no se registraron cuadros diarreicos en cabritas Saanen x Criollo criadas con sustituto lácteo tanto vacuno comercial como formulado por ellos.

Efectos sobre HTO

No se detectó interacción entre el tratamiento y el tiempo (P=0,094), procediéndose al análisis según los efectos principales. En la Tabla 4 se presentan los resultados de HTO en cada tiempo para ambos tratamientos. En cuanto al tratamiento, no se encontraron diferencias (p>0,10). Sin embargo, el tiempo, propio del crecimiento de los animales, hizo modificar el valor de HTO (p<0,01). Como se aprecia, las primeras tres mediciones no presentaron diferencias entre sí, en cambio hubo diferencias entre éstas y las dos últimas semanas.

Los valores de referencia indicados por Byers y Kramer (2010) para caprinos son del 22-38% con una media de 28%; estos valores son muy generales, ya que no discriminan por edad, sexo, raza o estado fisiológico.

Tabla 4. Hematocrito en cabritas Anglo Nubian según el tipo de lacto-reemplazante (%; lsmeans (mín-máx); SEM)

Tiempo

Total

Sustituto Lácteo

Leche en Polvo

SEM

Semana 4

26,3 (19-32)a

28,1 (26-32)

24,5 (19-30)

0,995

Semana 6

26,8 (22-32)a

27,4 (22-32)

26,7 (22-29)

0,801

Semana 8

27,6 (21-35)a

27,2 (21-33)

28,0 (23-35)

1,04

Semana 10

30,0 (26-36)b

30,9 (26–34)

29,2 (26-36)

0,838

Semana 12

33,1 (28-38)c

32,8 (28–37)

33,4 (31–38)

0,870

Letras diferentes indican diferencias estadísticas entre tiempos, promediando los tratamientos (p<0,05)

Como vemos en la Tabla 4, los valores medios de HTO estuvieron dentro del rango de referencia citado por Byers y Kramer (2010). No obstante, algunas cabritas presentaron valores por fuera de este rango. Al discriminar según el tratamiento, en SL solo hubo un caso (incidencia del 10%) en el que el HTO, de 21%, se encontró ligeramente por debajo del rango de referencia, ocurriendo en la semana 8. En cuanto a LP, a las 4 semanas hubo un 30% de incidencia de valores por debajo del rango referenciado, a las 6 semanas la incidencia bajó al 10%, no encontrándose posteriormente valores inferiores a los de referencia. Sin embargo, se podría inferir que serían normales en estas edades, sexo y raza pues en ningún caso se vio reflejado en un problema de salud ni de atraso en el crecimiento.

En cuanto a la literatura, Sousa et al (2014), indican HTO promedios de 28,9% y 26,7% para cabritos Anglo Nubian de 30 y 70 días respectivamente. Galotta el al (2015) obtuvieron 25% y 32% de HTO en cabritos Anglo Nubian criados con leche en polvo vacuna hacia las semanas 6 y 9 de vida, respectivamente. Arraga de Alvarado (1991) reporta que el hematocrito promedio de cabritas de 8-10 meses de edad, criadas en distintos hatos de Venezuela, clínicamente sanas, fue de 33,1%. Oliveira et al (2012) encontraron un valor promedio de 30,0% en cabritos (machos y hembras) de menos de 4 meses. Todos estos valores están dentro del rango de referencia. Sin embargo, caprinos clínicamente sanos pueden tener valores muy bajos de HTO, como así lo señala un trabajo reciente, con promedios de 16,8% y 12,7% para hembras de 2 años de las razas Damascus y Barbari, respectivamente (Mohammed et al 2016). Nunes da Silva et al (2008), utilizando hembras de 5 meses de edad, encontraron diferencias en el HTO según el genotipo, registrando desde 23,2% en la raza Savana hasta 30,2% en Moxotó; en este mismo trabajo el HTO para el grupo Anglo Nubian fue de 27,9%.

Diferentes autores indican que el hematocrito varía con la edad. Torres (1993), comparó cabritos de razas Criolla y Alpina de dos edades diferentes (1-2 meses vs. mayor a 18 meses), notando que los de mayor edad tenían valores inferiores a los más jóvenes (30,6% vs 33,0%). Contrario a Torres (1993), Elikot (2012) indica que el hematocrito promedio en cabras de raza Saanen de menos de 1 mes de edad vs. 1-4 meses de edad fue de 25,4 y 31,6 respectivamente. Esta diferencia entre autores puede ser explicada por los resultados obtenidos por Nur El Huda et al (2016), quienes detectaron en cabritos de razas asiáticas, que se produce una disminución en los valores de hematocrito entre las semanas 1 y 3, para luego aumentar hasta restablecerse a los 2 meses y volver a disminuir paulatinamente desde los 3 meses hasta el año de edad. Estas variaciones con la edad, podría contribuir a explicar las diferencias entre autores.

Efectos sobre GLU

No hubo interacción entre el tratamiento y el tiempo (Tabla 5). Tampoco se encontraron diferencias entre tratamientos  no obstante el tiempo sí afectó los valores de glucemia (p<0,01). En la semana 4, GLU fue mayor (p<0,01) al compararla con los demás momentos. En el caso de la semana 6, también fue mayor (p<0,05) que en las semanas 8, 10 y 12. Sin embargo, las semanas 8, 10 y 12 no difirieron entre ellas.

Tabla 5. Glucemia en cabritas Anglo Nubian según el tipo de lacto-reemplazante (mg/dl; lsmeans (mín-máx); SEM)

Tiempo

Total

Sustituto Lácteo

Leche en Polvo

SEM

Semana 4

91,2 (79,9-99,5)a

92,5 (84,1-96,8)

90,0 (79,9-99,5)

1,91

Semana 6

74,3 (48,6-99,4)b

75,3 (55,6-86,6)

71,3 (48,6-93,0)

4,81

Semana 8

62,7 (46,5-77,9)c

61,4 (46,5–77,9)

63,7 (53,9-75,0)

2,90

Semana10

63,0 (51,4-77,9)c

62,7 (51,4–77,9)

63,3 (51,8–71,4)

2,12

Semana12

64,2 (34,7-81.8)c

68,1 (50,0–78,3)

60,2 (34,7-81,8)

3,33

Letras diferentes indican diferencias estadísticas entre tiempos, promediando los tratamientos (p<0,05)

En caprinos, es necesaria una glucemia de 50 a 80 mg/dl para que los tejidos del organismo mantengan sus procesos fisiológicos normales (Kaneko et al 2008). Los valores de glucemia acá reportados se hallan dentro del rango referencial a partir de la semana 6. En cuanto a la glucemia en animales a más temprana edad, Tacchini et al (2006) informan en cabritas de 25 días, valores en ayuno similares a los nuestros. Galotta el al (2015) obtuvieron 110,3 y 89,3 mg/dl en cabritos Anglo Nubian criados con leche en polvo vacuna hacia las semanas 6 y 9 de vida, respectivamente; es de notas que estos valores son superiores a los del grupo LP del presente trabajo. Sahlu et al (1992), en cabritos Angora alimentados artificialmente con leche de cabra vs. sustituto acidificado, encontraron valores promedio de glucemia de 88,5 y 84,2 mg/dl, respectivamente, indicando valores máximos en la semana 4 para los cabritos alimentados con leche de cabra y en la semana 6 para aquellos alimentados con sustituto acidificado. Según Zvonko et al (2017), estos valores de glucemia son normales en cabritos lactantes debido a la alta concentración de compuestos glucogénicos de la dieta.

Los valores oscilantes de glucemia en nuestro ensayo podrían ser atribuidos al desarrollo fisiológico al pasar de una digestión propia de un animal monocavitario a una de un animal policavitario. Relling y Mattioli (2003) describen que los cambios metabólicos que llevan al animal a convertirse en un verdadero rumiante, hacen que la glucemia disminuya al ir aumentando la concentración plasmática de ácidos grasos volátiles (AGV), especialmente acetato (C2), propionato (C3) y butirato (C4). Según Kronfeld (1982) los niveles de glucosa presentes en la sangre son el reflejo del estado nutricional y endocrino de un animal. Debido a su mecanismo efectivo de regulación en el organismo, la glucemia es un pobre indicador del balance energético durante la lactancia temprana. Sin embargo, con la edad sus variaciones reflejan el efecto de la dieta sobre la relación propionato/acetato en la producción de AGV en el rumen (Das et al 2011).


Conclusiones


Referencias

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Received 1 November 2019; Accepted 4 November 2019; Published 2 December 2019

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