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Medicina veterinaria y reducción de la pobreza rural en Colombia

O F Giraldo

United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC), Bogotá, Colombia
omarfgiraldo@hotmail.com   o   omar.giraldo@unodc.org

[Las opiniones expresadas en este artículo reflejan el pensamiento del autor y no, necesariamente los  puntos de vista de las Naciones Unidas].

 

Resumen 

El presente artículo constituye una reflexión acerca del papel de la medicina veterinaria en la reducción de la pobreza rural en Colombia. Los planteamientos se enfocan en la necesidad de articular interdisciplinariamente las acciones de los distintos saberes, y la importancia de enfrentar la pobreza a partir de su perspectiva multidimensional. Se discute la trascendencia de contextualizar la función social de la veterinaria, a partir de la construcción de capacidades económicas, humanas, políticas, socioculturales y protectoras, que permitan a la población rural pobre, obtener los medios adecuados para conseguir su propio bienestar.

Palabras clave: capacidades, desarrollo rural, seguridad alimentaria, zoonosis



Veterinary medicine and reducing rural poverty in Colombia

Abstract

This article is a reflection about the role of the veterinary medicine in reducing the rural poverty in Colombia. The statements point out the need for interdisciplinary joint actions of the different knowledge, and the importance of tackling poverty from its multidimensional perspective. The paper analyses the transcendence of contextualizing the social role of veterinary, from the construction of economic, human, political, socio-cultural and protective capabilities, to allow poor rural population, to obtain adequate means for their own well-being.

Key words: capabilities, food safety, rural development, zoonoses


Introducción

Como respuesta a la preocupación por la situación de 1.200  millones de personas que viven en la pobreza en todo el mundo, los países se han comprometido a diseñar y ejecutar políticas encaminadas a cambiar este indignante panorama. Efectivamente, en septiembre de 2000, los entonces189 países miembros de las Naciones Unidas se fijaron como meta reducir a la mitad el número de personas que viven en extrema pobreza y que padecen hambre para el año 2015.

 

Este objetivo humanitario, plantea múltiples retos para toda sociedad, no solamente por la complejidad del fenómeno, sino por la multiplicidad de estrategias que deben diseñarse y ejecutarse para abordarlo. En consecuencia, las ciencias del conocimiento deben repensar su función social, replantear la batería de acciones que atañen a cada disciplina y enfrentar uno de los mayores retos: la integración de las ciencias en aras del mejoramiento de la calidad de vida de millones de familias que padecen de los efectos de la pobreza,  en gran parte del mundo.

 

Edgar Morin (1999), ha planteado que los saberes están cada vez más divididos, desunidos, y compartimentados y, en contraste, los problemas son cada vez más poli-disciplinarios, transversales y multidimensionales. Afirma también, que ha habido una hiperespecialización de las disciplinas, concentradas únicamente en sí mismas, lo que ha provocado que las mentes formadas en estas ciencias, pierdan las aptitudes para contextualizar sus saberes. Tal hiperespecialización, de acuerdo con el mismo autor, ha impedido incluso, tratar correctamente los problemas particulares que sólo pueden ser planteados y analizados dentro del su entorno global. En otras palabras, la parcelación de los saberes ha desligado el objeto de su contexto.

 

La medicina veterinaria, no ha sido ajena a esta fragmentación, y como muchas otras ciencias, ha tenido una disyunción con las humanidades, lo que ha ocasionado un aislamiento de las realidades de su medio, en contraposición con su enorme importancia social. De la misma manera, es preciso retomar la discusión acerca de la división innecesaria entre la producción pecuaria y la salud animal, el cual ha sido un enfoque académico que ha provocado una ruptura de dos áreas indisolubles en la práctica.

 

La profesión, especialmente en los países en vías de desarrollo, tiene una enorme importancia en la superación de la pobreza de sus habitantes, función que sólo puede ejecutarse exitosamente, si logra articularse con otros saberes, con el propósito de hacer intervenciones en cada eslabón de su compleja cadena.

 

En particular, las acciones de la medicina veterinaria encaminadas a combatir la pobreza, tienen sus mayores impactos en los escenarios rurales, en donde existe un complejo entramado ambiental, cultural, económico y social de los hombres y mujeres con los animales.  Por lo tanto, sus funciones no solamente se concentran en el área de la salud animal, sino también en el ámbito de la producción, salud pública, sostenibilidad ambiental y economía pecuaria a través del mejoramiento productivo de las comunidades rurales.

 

Este artículo, constituye una reflexión sobre el papel que deben cumplir las ciencias veterinarias para la reducción de la pobreza rural en Colombia, analizando sus determinantes y las acciones que le competen.

 

Pobreza rural en Colombia 

La pobreza es un fenómeno complejo, en el que se conjugan varios elementos como la carencia de ingresos económicos, ausencia de activos para la satisfacción de las necesidades básicas materiales, insatisfacción de las necesidades humanas, falta de participación y acceso al poder político. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), concibe la pobreza como “la incapacidad de los individuos dentro de su grupo familiar, de alcanzar los logros básicos de la vida humana de manera libre” (PNUD y DNP 2006).

 

En esta definición, está  aceptado el concepto multidimensional de la pobreza propuesto por el premio Nobel de economía Amartya Sen, quien indica que la pobreza va más allá de la ausencia de ingresos, y la define como la privación de capacidades básicas que le permiten a cualquier individuo insertarse en la sociedad, a través del ejercicio de la voluntad. Es decir, la pobreza no es cuestión de escaso bienestar, sino de incapacidad de conseguir bienestar debido a la ausencia de medios (Mathus 2008).

 

El Banco Mundial coincide con Sen en señalar, que la pobreza nunca se produce debido a un solo elemento, sino que es consecuencia de múltiples factores relacionados entre sí. De acuerdo con un estudio realizado por esta organización, en el cual se buscó definir la percepción de pobreza a través de entrevistas realizadas a 40.000 personas pobres de 50 países del mundo, los pobres sienten su situación a partir de fenómenos materiales como el hambre y la inseguridad alimentaria, pero también por efectos sicológicos como  angustia, vergüenza, humillación, desesperanza, marginación, falta de voz y dependencia  (Narayan 2000).

 

En este sentido, la pobreza debe ser entendida dentro de una concepción multifacética que incluya todas las privaciones relativas a las capacidades humanas, como la seguridad alimentaria, salud, educación, derechos, expresión, seguridad, dignidad y trabajo decente.

 

Colombia en la actualidad, tiene el 52.6% de su población debajo de la línea de la pobreza, lo cual significa que 23.105.093 personas no pueden acceder a la canasta básica de alimentos. Sin embargo la peor situación se presenta en los escenarios rurales debido a que el 69% de esta población (7.261.715 personas), viven en pobreza y el 28,3% (2.978.355) viven en indigencia. (PNUD y DNP 2006 y DANE 2005). Asimismo,  en el país hay 655.000 hogares que no tienen acceso a la tierra, y más de 2,2 millones de propietarios de minifundios que no alcanzan a generar ingresos que les permitan superar la línea de pobreza (Robledo 2006).

 

La pobreza rural en Colombia ha estado concentrada en algunas regiones y su intensidad se ha mantenido a través del tiempo, en especial con la situación de ingresos (PNUD y DNP 2006). Tal persistencia, indica que existe una trampa de la pobreza, lo que significa que existen ciertas condiciones que hacen que una familia quede atrapada en un círculo vicioso, donde las penurias se retroalimentan e interactúan entre sí de generación en generación. (Nuñez y Carvajal  2007).

 

Para combatir estas trampas, es necesario distinguir las diferencias entre las áreas urbanas y rurales y los distintos mecanismos para satisfacer sus necesidades. Como señala Mathus (2008) “los habitantes en condiciones de pobreza de las zonas urbanas están rodeados de servicios y oportunidades que no están al alcance de los que viven en las zonas rurales. En cambio, los habitantes de las zonas rurales en condiciones de pobreza se benefician de redes de seguridad como la agricultura de subsistencia y vínculos dentro de la comunidad local que están al alcance de los pobres urbanos”.

 

De Janvry y Saudulet (2000) indican que las políticas deben contemplar los múltiples caminos existentes para salir de la pobreza. Entre ellos se encuentra la migración urbana, la vía agropecuaria, la pluriactividad y la ruta asistencial. Asimismo, estos autores señalan que es necesario invertir en los activos con los que cuenta la población rural pobre, los cuales están compuestos por el capital natural y físico, que hacen referencia a los recursos naturales y objetos materiales; el capital humano, incluidos servicios de salud, educación, capacitación y mano de obra; y capital social, que abarca las redes sociales, como redes de parentesco, vecinales y las asociaciones.

 

En la investigación del Banco Mundial anteriormente reseñada, los pobres entrevistados identificaron estos mismos activos como carencias que determinan su pobreza. Precisamente, un hallazgo relevante de tal estudio, es la forma de definir la pobreza por ellos mismos, más por la ausencia de activos que por la propia carencia de ingresos (Narayan 2000).  Efectivamente, las estrategias para la superación de la pobreza deben contemplar este carácter multidimensional de cada una de las privaciones de la población rural pobre.

 

La Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD) ha definido las dimensiones esenciales de la pobreza, a través de las distintas capacidades personales y familiares en las cuales se debe intervenir para la superación de la pobreza. La entidad distingue las siguientes capacidades:  i) Económicas, que han referencia a la capacidad de generar ingresos, consumir y tener bienes; ii) Humanas, basadas en la salud, educación, nutrición, agua limpia y vivienda; iii) Políticas, que incluyen los derechos humanos, el hecho de tener voz y cierta influencia en la orientación de los poderes públicos y en las prioridades políticas; vi) Socioculturales, las cuales dan cuenta del derecho de participar como un miembro apreciado de la comunidad y atañen a la posición social y la dignidad, y v) Protectoras, que permiten a los pobres resistir las convulsiones económicas externas (OECD 2001).

 

Las anteriores dimensiones, están estrechamente interrelacionadas entre sí, lo cual significa que cada una afecta, y resulta afectada por todas las demás.  Los miembros de una familia, como ejemplo, pueden consumir pocos alimentos, en parte porque carecen de activos, tienen ingresos económicos insuficientes, por falta de salud o educación, o bien, porque han perdido sus activos debido a crisis macroeconómicas o catástrofes ambientales. Por su parte, la falta de derechos humanos y la exclusión social merman sus capacidades humanas y políticas, lo cual a su vez, ayuda a reducir sus ingresos y activos, en un circulo que se correlaciona y se retroalimenta complejamente (OECD 2001).

 

Para afrontar la pobreza rural en Colombia, es necesario implementar una estrategia política  para cada una de las dimensiones anteriormente descritas, en la cual confluyan todas las ciencias del conocimiento, con el propósito de disminuir la pobreza y tomar acciones efectivas para erradicar la extrema pobreza en la que actualmente viven millones de habitantes en el país.

 

Las ciencias veterinarias tienen un campo multifacético para la superación de la pobreza rural, la cual puede ser ejecutada a través de la inversión de activos y capacidades de esta población. A continuación, se describen algunas de las funciones que la medicina veterinaria le compete abordar, a partir del concepto multidimensional de la pobreza.

 

Pobreza rural: El papel de la medicina veterinaria 

Capacidades económicas

 

Como se afirmó, las capacidades económicas estás relacionadas con los medios para que una familia pueda obtener ingresos, consumir y poseer activos. En este aspecto, la producción animal juega un papel muy importante para ayudar a generar estas capacidades de la población rural colombiana.  Efectivamente, las actividades pecuarias contribuyen de forma significativa en la generación de ingresos y la seguridad alimentaria de cientos de miles de campesinos, indígenas y comunidades afro-descendientes. En el país, el 87% de los predios rurales ocupan entre 0 y 20 hectáreas, lo que constituye un predominio numérico de pequeños y medianos propietarios. Incluso, en la actividad ganadera en donde se concentran las mayores propiedades rurales, existen 263 mil fincas que sostienen menos de diez reses cada una (Robledo 2006).

 

En particular, la leche representa un importante renglón en la adquisición de dinero para la población rural pobre. Se calcula, que los campesinos representan entre el 30 y 40% de la producción nacional (Forero 2003) estimada en 18.805.444 litros diarios, de los cuales el 81% es destinado al mercado, el 10% para autoconsumo y el 9%, que es procesado directamente en la finca. (CCI 2008).

 

De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional Agropecuaria del 2007, la actividad porcícola no tecnificada, importante para los ingresos de población rural pobre, tiene una representación de 1.914.449 animales.  La avicultura de traspatio, tiene un inventario de  30.187.524  animales entre pollos, gallinas y gallos, 1.234.823 de patos, 720.891 codornices y 698.388 pavos. Este sistema es quizás, la mayor fuente de proteína de alto valor biológico de la población rural pobre, junto con la leche y derivados lácteos. Otras especies de suma importancia para la seguridad alimentaria son los cuyes y conejos, que están representados en el país por 1.292.244 y 244.175 animales respectivamente. Con respecto al transporte animal, la encuesta estimó en 2.393.883 los equinos, 276.678 los asnos y 471.370 las mulas (CCI 2008).

 

Estas especies animales, contribuyen a los ingresos de las familias rurales pobres para sortear su subsistencia entre cosechas, producir ahorros cuando se vende una res o un cerdo, y hace parte de la pluriactividad de su economía doméstica. Asimismo, es en ocasiones, la única fuente de dinero para cientos de miles de familias que dependen de la leche, principalmente en zonas de trópico alto, o para adultos mayores y mujeres, que viven exclusivamente de la cría de especies menores para la venta. Por otro lado, los animales de tracción, son especialmente importantes para el transporte de los productos agrícolas hacia el mercado y el abastecimiento de las áreas rurales dispersas. Finalmente, las proteínas animales de autoconsumo, son una de las más accesibles fuentes de alimentación para los hogares rurales.

 

Dentro de este contexto, el papel de la veterinaria y las ciencias zootécnicas, es fundamental para generar modelos de producción tropical acordes con la disponibilidad de activos naturales y físicos de la población rural pobre. Si bien, la investigación en producción animal tiene avances importantes en el país, en especial en lo relacionado con sistemas pecuarios tropicales sostenibles, es necesario hacer una transferencia masiva de esta importante oferta tecnológica a la población rural pobre, con modelos participativos acordes a sus realidades.

 

Efectivamente, es un reto hacia el cumplimiento de los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas (ODM), que la investigación de las ciencias animales de los países en desarrollo, modifique los paradigmas de investigación, hacia una perspectiva mucho más social e inclusiva con las comunidades rurales, con el propósito de ayudar a generar capacidades económicas en el área de la producción animal. En este último aspecto, la extensión rural veterinaria debe complementarse trans-disciplinariamente con facilitadores de la zootecnia, agronomía, ingeniería forestal, y sociología, para diseñar y ejecutar proyectos productivos acordes con los conocimientos y necesidades de la población rural. Asimismo, los avances científicos de los centros de investigación, deben llegar a través de estas acciones hacia los usuarios que más lo necesiten.

 

Estas tecnologías apropiadas tienen una notable importancia para la reducción de la pobreza debido a que permiten la conservación y el incremento del capital natural, cuyo deterioro es uno de las causas de círculos viciosos de pobreza y miseria rural. No es posible emprender la vía del desarrollo con modelos productivos que no tengan una visión de sostenibilidad ambiental para las futuras generaciones.

 

Muchas de estas actividades de transferencia participativa pueden tener éxito en campesinos con vocación productiva. No obstante, para quienes viven en indigencia el caso es mucho más complejo, pues la carencia de activos naturales, físicos y humanos dificultan emprender proyectos productivos agropecuarios. Adicionalmente a lo anterior, puede decirse que los ingresos de esta población son tan bajos, que aún si se duplicaran o triplicaran, no alcanzarían a superar la línea de pobreza (Nuñez y Cuesta 2006). El camino asistencial es quizás la vía más urgente para aliviar la pobreza en estos casos y las acciones en asistencia y seguridad alimentaria son responsabilidades que competen, entre otras, a la ciencia veterinaria.

 

Por otro lado, los servicios veterinarios para la población rural pobre, son cada vez más escasos como resultado de las reformas de ajuste estructural que cumplen aproximadamente veinte años. La asistencia sanitaria para la prevención y la atención de animales enfermos suele ser inexistente para la población rural pobre, la mayoría de la cual vive en áreas de difícil acceso. No se puede pasar por alto la importancia que para una familia pobre representa la enfermedad o muerte de un solo animal, suceso puede significar la ausencia de ingresos por un cierto periodo, y las consecuencias, tanto materiales como psicológicas, de esta privación. El diseño de políticas encaminadas a proveer este tipo de servicios gratuitos, descentralizados y funcionales, son labores que tiene la medicina veterinaria para el alivio de la pobreza.

 

La dotación de factores de producción, especialmente tierra, es otro campo en el que las ciencias animales tienen una de sus mayores responsabilidades para la disminución de la pobreza en Colombia. En efecto, la propiedad de la tierra en el país está altamente concentrada, pues tan sólo 2.428 propietarios poseen 44 millones de hectáreas, equivalente al 53,5 por ciento del territorio nacional, área principalmente dedicada a la ganadería extensiva (Robledo 2006). La reorientación de la vocación de uso de suelo, no solamente depende de una voluntad política redistributiva, sino de avances técnicos que permitan aumentar el hato ganadero en una menor superficie de tierra. Es decir, disminuir las 40.083.171 hectáreas que ocupa en la actualidad, a 19.251.400 de hectáreas, con un inventario bovino superior a los 26.703.159 animales.

 

La inequidad de la distribución de la tierra, ha sido uno de los determinantes para perpetuar el conflicto armado colombiano, dentro de la cual la población rural ha puesto el mayor número de víctimas humanas. El desplazamiento forzado que afecta a más de tres millones de colombianos y la proliferación de cultivos ilícitos que convierten al país en el mayor productor de hoja de coca en el mundo, son consecuencia de múltiples factores de exclusión e injusticia social en el sector rural.  

 

Otro elemento importante para la generación de capacidades económicas en la población rural pobre, es la inclusión de herramientas que permitan que mujeres y hombres tengan acceso a las mismas oportunidades. El concepto de “feminización de la pobreza” está reflejado en cifras que indican que el 60,1% de las mujeres de la zona rural colombiana no cuentan con ingresos económicos propios (Cepal 2007). Tal situación,  se presenta como resultado de la ausencia de remuneración de sus actividades reproductivas, así como la baja retribución económica de muchas de sus actividades productivas en las áreas rurales.

 

El diseño de proyectos con perspectiva de género, ha demostrado que puede mejorar notablemente la seguridad alimentaria, y ayuda a evitar la deserción de los niños y niñas de sus escuelas. En especial, modelos asociativos de producción en especies menores, piscicultura, y agroindustria quesera, pueden ser alternativas interesantes para mujeres cabeza de familia de las áreas rurales.

 

Las anteriores reflexiones ayudan a comprender el papel que desempeñan las ciencias pecuarias, en la construcción de capacidades económicas y en la ejecución de acciones relacionadas con políticas redistributivas, proyectos de generación de ingresos y desarrollo rural.

 

Capacidades humanas

 

Las capacidades humanas comprenden aspectos como la sanidad, la educación, el agua potable y el alojamiento (OECD 2001). Para las personas que carecen de activos  materiales y productivos, la capacidad de trabajar y el buen estado de salud, son los elementos básicos para su propio bienestar y el de su familia (Narayan 2000).

 

En el ámbito de la sanidad, la veterinaria tiene un rol fundamental en términos de salud pública, ya que de los 1.415 patógenos humanos conocidos en el mundo, el 61% corresponden a agentes zoonóticos (Belotto et al 2006). Estas entidades patológicas, se caracterizan por afectar principalmente a los pobres de áreas rurales, como resultado de factores de riesgo asociados a esta población, entre los cuales está el saneamiento básico deficiente, viviendas inadecuadas, hacinamiento, y su estrecha interrelación con animales domésticos y silvestres.

 

En Colombia, el 42,1% de la población rural no cuenta con instalaciones de saneamiento (OPS 2008), lo que significa, que dichas familias campesinas, indígenas y afrodescendientes vierten sus deposiciones directamente en el suelo, ó el agua, como ocurre en muchas áreas marginales del país. Estas condiciones de pobreza, aunadas al hecho de que el 34% de la población rural carece de un sistema de acueducto (PNUD y DNP 2006), constituyen elementos propicios para la proliferación de enfermedades zoonóticas.

 

Entre estas entidades, se encuentran los parasitismos intestinales como la Cisticercosis, la cual afecta a 300 mil personas al año en Latinoamérica, o su manifestación más grave denominada Neurocisticercosis, la cual se produce a consecuencia del contacto directo de los cerdos con las excretas humanas. Otras parásitos zoonóticos frecuentes en el país incluyen la  Giardia lamblia (12% de prevalencia), Cryptosporidium sp (del 4 al 32% en niños), Toxoplasma goondi, Toxocara canis y Toxocara cati (7,3% en niños), Strongyloides stercolaris (10 a 15% de la población), que reflejan un alto índice estos parasitismos en la población colombiana (Giraldo 2007). De acuerdo con estudios sobre poblaciones marginadas en el país, se ha encontrado la presencia de parásitos intestinales a temprana edad con prevalencias del orden de 30% en niños menores de 18 meses (Alvarado y Reinel 2006).

 

Por otro lado, las enfermedades transmitidas por vectores (ETV), son otro grupo de entidades zoonóticas altamente prevalentes en el trópico bajo colombiano, especialmente en las comunidades rurales más desfavorecidas. Ente las ETV más comunes en el país se encuentran la malaria que en el 2003 reportó una incidencia 998 casos por cien mil habitantes (PNUD y DNP 2006); la Leishmaniasis con 16.193 casos en el 2006; el Dengue con 38.272 casos para el mismo año,  al igual que otras enfermedades como la Tripanosomiasis, la Babesiosis, el Chagas y la Fiebre Amarilla. Condiciones frecuentes que se presentan en la ruralidad, como encharcamientos, inundaciones, viviendas cercanas a las riveras de los ríos, y casas con techo de palma ó paja, son factores de riesgo asociados e estas entidades patológicas.

 

Con respecto a los agentes bacterianos, la tuberculosis humana, entidad que afecta el sistema respiratorio de personas infectadas, tuvo 10.696 casos reportados en 2006 (OPS 2008), de los cuales, un porcentaje no estimado, podría haber sido causado por el Mycobacterium bovis, a partir del contacto con bovinos infectados. La brucelosis, es otra enfermedad zoonótica, que se transmite fácilmente por la ingestión de productos lácteos contaminados ó, por la manipulación de fetos abortados o placentas. Produce signos febriles, y complicaciones que afectan los músculos esqueléticos, el sistema cardiovascular y el sistema nervioso central (OIE 2004). Por su parte, factores de riesgo asociados a la pobreza, como la presencia de roedores e inundaciones, pueden generar otras zoonosis como la Leptospirosis, la cual ocasiona cuadros clínicos severos en el ser humano, llevando incluso a su muerte. Estas patologías, junto a muchas otras zoonosis, como la Rabia transmitida por murciélagos o la Rickettsiosis, constituyen un riesgo biológico ocupacional para la población rural en Colombia.

 

La medicina veterinaria juega un papel protagónico en el combate contra estas enfermedades, y es un reto hacia el futuro articularse multidisciplinariamiente con todas las ciencias del conocimiento, a fin de de emprender acciones en prevención, diagnóstico y control, con énfasis en las regiones marginales, en las cuales las enfermedades zoonóticas representan  uno de los determinantes para la perpetuación de la pobreza extrema.

 

En estos territorios, los servicios veterinarios relacionados con la vacunación, desparasitación y capacitación rural, deben prestarse de forma paralela con el mejoramiento de vivienda rural, dotación de infraestructura sanitaria adecuada, manejo de residuos sólidos, control de roedores y vectores, así como en educación en manipulación de alimentos, aspectos sin los cuales, es imposible combatir la pobreza rural en Colombia

 

Capacidades políticas

 

Las capacidades políticas, hacen referencia al derecho de tener voz e influencia en las políticas públicas. De acuerdo con la OECD (2001) “la privación de las libertades políticas o de los derechos humanos fundamentales constituye uno de los principales aspectos de la pobreza (…). Los políticamente débiles carecen tanto de voz en las reformas políticas como de un acceso seguro a los recursos necesarios para salir de la pobreza”.

 

En el diseño de las políticas públicas, se debe cambiar el enfoque tradicional de arriba hacia abajo, buscando otra perspectiva con mayor participación y concertación ciudadana.  Si bien, como aportan De Janvry y Saudulet (2000), es necesario el camino asistencial con permanentes transferencias de ingresos para los pobres estructurales atrapados por la pobreza, también es necesario combinar las estrategias políticas en la inversión de activos de esta población con altos niveles de participación comunitaria.

 

Las ciencias veterinarias pueden contribuir al logro de estas capacidades, incluyendo la voz de las comunidades rurales pobres en las políticas de sanidad animal, seguridad alimentaria, producción pecuaria, y salud pública. Los espacios legales de participación existentes deben utilizarse con el objeto de que se diseñen instrumentos políticos acordes con sus necesidades, su cultura y sus destrezas.

 

Los procesos investigativos de las universidades y centros de investigación deben ser coherentes con la realidad de las comunidades rurales, para encontrar alternativas de generación de ingresos, disminución en la prevalencia de entidades zoonóticas, y mejorar los servicios veterinarios gratuitos para la población más alejada del país. Estas actividades, deben articularse con las entidades públicas agropecuarias y sanitarias, al igual que con organismos no gubernamentales, y agencias de cooperación internacional que ejecuten proyectos con población vulnerable. La Investigación-Acción-Participación, el Desarrollo Territorial Participativo, o la Epidemiologia Participativa son metodologías sociales útiles para estas actividades.

 

Capacidades socioculturales

 

Uno de los activos más importantes con los que cuenta la población rural pobre, se refiere a sus redes sociales, y sus asociaciones informales, las cuales son relaciones comunitarias basadas en la reciprocidad, confianza, y solidaridad, valores muy importantes para su protección social (Narayan 2000). Las capacidades socioculturales dan cuenta de la capacidad de participar en redes como un miembro apreciado por la comunidad, condición importante para mantener una posición social, y la dignidad, aspectos que los mismos pobres le conceden una alta valoración (OECD 2001).

 

Los capitales relacionados con las redes sociales de las áreas rurales, constituyen poderosos activos que han sido utilizados en el Banco de los Pobres (Grameen Bank), iniciativa del premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, en Bangladesh. Este modelo bancario, ha prestado microcréditos a más de seis y medio millones de personas,  de las cuales el 94% son mujeres, con el respaldo de las redes sociales en las áreas rurales. Las  tasas de devolución de cartera han sido del 97%, lo que demuestra que es posible combatir la pobreza, haciendo uso de los activos sociales de las áreas rurales.

 

Este activo puede ser usado mediante modelos asociativos formales de producción animal, los cuales son alternativas interesantes para la generación de ingresos en las áreas rurales. Las cooperativas y las asociaciones de productores, son medios para ejecutar proyectos productivos pecuarios, con eficiente transferencias de tecnología, como reproducción, nutrición, genética, sanidad, bioseguridad, y articulación con cadenas productivas que hagan uso de las redes sociales existentes en la ruralidad.

 

Con respecto a los saberes culturales, la etnoveterinaria es una disciplina idónea para la sistematización de conocimientos ancestrales de las comunidades indígenas y campesinas en salud y producción animal. Esta corriente de las ciencias veterinarias, hace uso de los saberes, imaginarios, lenguajes, valores, y creencias de las relaciones  que establecen los seres humanos con los animales y su entorno. Dentro de su contenido temático, se encuentra el uso de plantas, orina, lodo y otros elementos de los recursos naturales que utilizan las comunidades para el restablecimiento de la salud animal. De la misma manera, pretende conocer experiencias de profilaxis veterinaria, con el fin de tener un acercamiento al conocimiento de prácticas tradicionales empleadas para alejar las enfermedades y plagas por las comunidades rurales (Calderón y Perez 2002).

 

Tal conocimiento cultural, busca aprovechar las capacidades construidas durante siglos por los pueblos, con el objeto de hacer extensión hacia otras áreas con activos naturales similares. Esta estrategia, representa una alternativa propicia para que las comunidades rurales pobres aumenten sus capacidades, y suplan las privaciones relacionadas con la sanidad de sus animales. Líderes y lideresas entrenados como promotores pecuarios, pueden ser multiplicadores de conocimientos en áreas marginales colombianas.

 

Capacidades protectoras

 

Las capacidades de protección permiten a los pobres resistir frente a conmociones externas, ya que en gran medida, la pobreza se experimenta intermitentemente como respuesta a las variaciones estacionales y a las perturbaciones como desastres naturales, crisis económicas y conflictos violentos (OECD 2001).

 

A consecuencia del deterioro ambiental que ha ocasionado la sociedad contemporánea, en Colombia, como en muchas otras partes del mundo, las inundaciones y desastres naturales son cada vez más frecuentes. En estos escenarios, miles de animales pierden sus vidas o dejan sus nichos naturales, lo que aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas a la población humana, además de las consecuencias que representa para la inocuidad y seguridad alimentaria. (Belotto et al 2006).

 

Por su parte, el éxodo de millones de personas desplazadas por la violencia hacia las áreas urbanas y peri urbanas, ha incrementado la vunerabilidad a zoonosis como la Leishmaniasis, la Rabia transmitida por murciélagos, Leptospirosis, Rickettsiosis, Hidatidosis y Cisticercosis, a causa de la falta de infraestructura sanitaria adecuada en la que se ve obligada a vivir esta población en el país. El cambio climático, también está produciendo impactos sobre la salud pública de los pobres en Colombia. En efecto, variaciones epidemiológicas de enfermedades zoonóticas se han producido como resultado de la presencia de sus vectores en áreas de mayor altitud.

 

La investigación de las ciencias animales tiene una importante función para disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O) de la digestión del ganado bovino, que contribuyen de manera importante con el calentamiento del planeta.

 

Asimismo, la implementación de sistemas tropicales sostenibles, ayudarán a aumentar el capital natural de los pobres rurales, y en consecuencia, reducir los desastres naturales, el impacto de nuevas plagas sobre los cultivos, y favorecerá, la prevención de enfermedades emergentes y re emergentes.

 

Las condiciones de vulnerabilidad, asociadas a las crisis humanitarias y ambientales de la realidad colombiana, obligan a que la medicina veterinaria, junto con las otras ciencias del conocimiento, realicen acciones de control en salud pública, mitigación de impactos ambientales, seguridad alimentaria, asistencia alimentaria, y saneamiento básico con las comunidades afectadas, con el propósito de reforzar sus capacidades protectoras ante situaciones de catástrofe.

 

Conclusiones 

 

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Received 27 January 2009; Accepted 1 March 2009; Published 1 May 2009

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