Livestock Research for Rural Development 29 (6) 2017 | Guide for preparation of papers | LRRD Newsletter | Citation of this paper |
La producción de miel en México es una actividad relevante del subsector pecuario, debido a la generación de empleos e ingresos en el sector agrícola, así como por su aporte de divisas. En el periodo de 2005 a 2015 la producción promedio anual fue de 58 mil toneladas, misma que fluctuó entre las 55 y 62 mil toneladas. Lo anterior ha ubicado a México como el octavo productor a nivel mundial y el tercer país exportador. Se analiza el funcionamiento de tres agroindustrias (AI) y el nivel de adopción de buenas prácticas de producción de miel (BPPM) en 450 apicultores del estado de Yucatán, antes y después de haber recibido asesoría técnica y capacitación mediante un modelo de gestión de la innovación. La información se recabó entre septiembre de 2013 (encuesta de línea base) y marzo de 2014 (encuesta de línea final). Con un catálogo de 25 BPPM se estableció un índice de adopción de buenas prácticas de producción de miel (IABPPM) y se midió su tasa de adopción (TABPPM).
Los resultados indican que las AI se distinguen en su funcionamiento por aspectos como tamaño, proveeduría de materia prima y destino de la producción. El cambio en el IABPPM entre las líneas base y final fue positivo (P<0.01), tanto de manera global como por las siete categorías del índice. Los aumentos en TABPPM fueron mayores en aquellas buenas prácticas con baja adopción inicial, en comparación con aquellas que ya tenían altas tasas de adopción desde un principio. Futuras investigaciones se deben orientar a estudiar y analizar que otros factores ayudan a explicar la adopción de BPPM, más allá del modelo de extensión agrícola implementado.
Palabras clave: abejas, apicultura, extensionismo agrícola, gestión de la innovación
The honey production in Mexico is a relevant activity of the livestock subsector, due to the generation of jobs and income in the agricultural sector, as well as its contribution of foreign exchange. In the period from 2005 to 2015 the average annual production was 58 thousand tons, which fluctuated between 55 and 62 thousand tons. This has placed Mexico as the eighth largest producer in the world and the third exporting country.
The analysis of the performance of three agroindustries (AI) and the adoption level of good practices of honey production (BPPM, in Spanish) in 450 beekeepers in the state of Yucatan, before and after receiving technical advice and training through a management model of innovation. The information was collected between September 2013 (baseline survey) and March 2014 (final line survey). With a catalogue of 25 BPPM, an adoption index of good honey production practices (IABPPM, in Spanish) was established and its adoption rate (TABPPM, in Spanish). The results indicate that the AI are distinguished in their operation by aspects such as: size, raw material supply and production destination. The change in the IABPPM between the baseline and final line was positive (P<0.01), both overall and by the seven categories of the index. The increases in TABPPM were higher in those practices with low initial adoption, compared to those that already had high adoption rates from the beginning. Future research should be oriented to study and analyse which other factors help to explain the adoption of BPPM, beyond the agricultural extension model implemented.
Keywords: agricultural extension, beekeeping, bees, innovation management
La producción de miel en México es una actividad relevante del subsector pecuario, debido a la generación de empleos e ingresos en el sector agrícola, así como por su aporte de divisas (Magaña et al 2012). En el periodo de 2005 a 2015 la producción promedio anual fue de 58 mil toneladas, misma que fluctuó entre las 55 y 62 mil toneladas, mientras que las exportaciones se ubicaron en las 42.1 mil toneladas para 2015. Lo anterior ha ubicado a México como el octavo productor a nivel mundial y el tercer país exportador (SAGARPA 2016).
El estado de Yucatán es el principal productor de miel en México, en 2015 aportó 11.6 miles de toneladas, que representaron el 10% de la producción nacional; en conjunto con Campeche y Chiapas produjeron poco más del 36% de la producción de México, según datos de SAGARPA (2016). Además, la Península de Yucatán se caracteriza porque alrededor del 80% de su producción se destina a mercados internacionales (Caro et al 2012), y también porque es una actividad con potencial apícola dada la diversidad de flora que existe (Villanueva-Gutiérrez et al 2009).
Sin embargo, pese al dinamismo de la apicultura, también se han identificado factores de riesgo como el cambio climático (sequías y huracanes), deforestación, plagas y enfermedades como el ácaro Varroa (Varroa destructor) y el pequeño escarabajo de la colmena ( Aethina tumida Murray), así como el uso intensivo de agroquímicos en la agricultura (Güemes-Ricalde et al 2003a, Güemes-Ricalde et al 2003b, Caro et al 2012).
En varios de los factores señalados anteriormente, la adopción de Buenas Prácticas de Producción de Miel (BPPM) puede ser una alternativa para mitigar los posibles efectos de dichas acciones en la sustentabilidad de la producción de miel en México. Ante esto, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) impulsó, a través del Fideicomiso de Riesgo Compartido (FIRCO), el Proyecto Estratégico Trópico Húmedo (PETH) durante el ejercicio fiscal 2013. Este programa brindó asesoría técnica y capacitación en BPPM a apicultores del estado de Yucatán, buscando fundamentalmente impulsar la innovación en la apicultura tradicional para mejorar la producción y calidad de la miel, esto a través de diversas agroindustrias las cuales son de importancia regional y que básicamente acopiaban una cantidad considerable de la producción en la región.
El PETH consideró en su diseño la articulación de diferentes actores, entre ellos: agroindustrias (AI), asesores técnicos y apicultores, mismos que operaron bajo un Modelo de Gestión de la Innovación (MGI) en red desarrollado por la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), quien por medio de la Unidad Técnica Especializada en Gestión de la Innovación (UTE Innovación) del Centro de Investigaciones Económicas, Sociales y Tecnológicas de la Agroindustria y la Agricultura Mundial (CIESTAAM) brindó soporte metodológico y un esquema de seguimiento. El MGI considera un esquema de extensión en red, en donde a partir de la asistencia técnica y capacitación con agricultores clave se promueve la adopción de innovaciones agropecuarias (Aguilar-Ávila et al 2015) buscando así un efecto de contagio y de flujo de información y conocimiento de los agricultores clave hacía sus pares (Aguilar-Gallegos et al 2017).
El MGI se estructura en principios como: i. El intercambio en red de conocimientos entre pares (de productor a productor); ii. El rol de facilitador del aprendizaje que asume el extensionista; iii. La combinación de conocimiento tácito (saber hacer del productor) con el conocimiento explícito generado por las actividades de investigación y desarrollo y; iv. La discusión sobre problemas concretos de los productores para arribar a soluciones colectivas e individuales (Muñoz et al 2014).
En particular, el MGI considera el desarrollo de las siguientes etapas: i. Selección de la cadena agroalimentaria y región para diseñar y operar la estrategia; ii. Elaboración de un diagnóstico de línea de base de las unidades de producción, a partir de una encuesta que incluye atributos del encuestado (edad, escolaridad, entre otros) y de la estructura de la unidad de producción; además de, un apartado para identificar la adopción de BPPM y finalmente un apartado para mapear la red de intercambio de información y comunicación para la innovación; iii. Diseño de la estrategia de intervención, poniendo énfasis tanto en la gestión de BPPM relevantes para lograr la competitividad de las empresas rurales, como en la selección de actores clave (por lo regular, agricultores), en esto se utiliza como herramienta metodológica al Análisis de Redes Sociales (Wasserman y Faust 1994) y con ello se busca dinamizar la estrategia; iv. Implementación y operación de la estrategia de gestión de la innovación; v. Diseño e implementación del sistema de un seguimiento a las rutinas de aprendizaje y procesos de gestión con los productores, a través de eventos demostrativos, capacitación en aula, giras de intercambio, entre otras; vi. Fomento de la interacción entre los productores para dinamizar la innovación, coadyuvando este proceso con otros actores relevantes de la red de innovación identificados en la región y; vii. Evaluación de los impactos de la estrategia de gestión de la innovación, basada en los indicadores de línea de base y comparados con un segundo momento, llamado también de línea final (Aguilar-Ávila et al 2015, Santoyo-Cortés et al 2016).
Sin lugar a duda, se reconoce que la adopción de buenas prácticas e innovaciones en la producción agrícola está influenciada por diversos factores, como los relacionados con las características propias del productor y su unidad de producción (Martínez-González et al 2011, Aguilar et al 2013), los relacionados con la presencia o ausencia de ciertos actores (Martínez-González et al 2011, Aguilar-Gallegos et al 2016), los que pueden atribuirse a los sistemas de producción y las características propias de las innovaciones (Rogers 2003, Aguilar-Gallegos et al 2015); sin embargo, uno de los factores siempre presente es la participación de agentes externos, principalmente los relacionados a los servicios de extensión.
Considerando lo anterior, el objetivo de la presente investigación consistió en analizar el funcionamiento de las AI que participaron en el PETH en el ejercicio fiscal 2013, así como el nivel de adopción de BPPM en productores apícolas del estado de Yucatán, antes y después de haber recibido asesoría técnica y capacitación como parte de un modelo de extensionismo agrícola basado en red, a través del cálculo de indicadores para identificar las brechas en las prácticas adoptadas.
La investigación se realizó en el estado de Yucatán, México, donde se recabó información de dos grandes actores involucrados en el PETH: agroindustrias y apicultores.
Los beneficiarios directos del PETH fueron las AI, quienes recibieron subsidio para contratar extensionistas que brindaron asistencia técnica y capacitación a sus proveedores de miel. En Yucatán participaron tres AI, de las cuales se recabó información relacionada con el año de inicio de operaciones, capacidad instalada y utilizada, así como datos generales del abasto de materia prima, la comercialización de su producción y la problemática percibida. Ya que la información se recabó entre septiembre y octubre de 2013, periodo que básicamente coincide con el inicio de la época de cosecha (Echazarreta et al 1997), la información de las agroindustrias corresponde a la obtenida en el ciclo anterior, es decir en 2012.
Las tres AI implementaron el programa de extensión en red con 15 extensionistas, quienes atendieron a un padrón de 2,250 apicultores (150 por cada extensionista). El MGI opera bajo una lógica de extensionismo en red, donde el trabajo de los asesores se focaliza con apicultores clave seleccionados a partir del padrón inicial, bajo criterios como su ubicación geográfica y el reconocimiento por sus pares. Considerando lo anterior, se recabó información de al menos 30 apicultores clave por extensionista (el 20% de su padrón), con lo que finalmente se obtuvo información de 450 apicultores. Los apiarios se ubicaron en 21 municipios del estado, principalmente en la zona oriente donde se concentró cerca del 70% de los apicultores en municipios como Yaxcabá, Chikindzonot, Tixcacalpupul, Chemax, Peto, Tinum y Valladolid.
La información de los apicultores incluyó datos de la unidad de producción como número de colmenas, número de apiarios y rendimiento, así como la adopción de BPPM. Para ello se estableció un catálogo de 25 BPPM con base en lo estipulado por la SAGARPA a través del Programa Nacional Para el Control de la Abeja Africana (PNPCAA), tal como se muestra en la Tabla 1. El PNPCAA identifica al menos siete categorías donde inciden las BPPM (SAGARPA 2015).
Tabla 1. Catálogo de buenas prácticas de producción de miel. |
|
Categoría |
Buena Práctica de Producción de Miel |
Ubicación e instalación del apiario |
BP01. El entorno del apiario es rural; BP02. El apiario está libre de fuentes de contaminación; BP03. El apiario cuenta con agua limpia; BP04. El apiario cuenta con bebederos limpios; BP05. El apiario se ubica al menos a 200 m de edificios; BP06. El apiario no se encuentra en un área de cultivos; BP07. Las colmenas están a por lo menos a 20 cm sobre el nivel del suelo. |
Alimentación artificial |
BP08. El apicultor proporciona alimentación artificial en épocas críticas; BP09. Utiliza insumos adecuados (permitidos) para alimentar las abejas; BP10. Suspende la alimentación al inicio de la floración. |
Sanidad apícola |
BP11. Registra actividades en la bitácora de rastreabilidad; BP12. Revisa las colmenas por lo menos dos veces al mes; BP13. El promedio de panales negros por colmena es menor a dos; BP14. No aplica antibióticos para la prevención de enfermedades; BP15. Aplica productos autorizados en el control de la varroa; BP16. La aplicación de productos químicos en el control de varroa es fuera de las épocas de floración. |
Materiales para la protección y ahumado de la colmena |
BP17. Utiliza productos no contaminantes en la protección de las colmenas; BP18. El equipo utilizado está en buenas condiciones. |
Cosecha |
BP19. La cosecha se realiza cuando el operculado es de al menos 90%; BP20. Usa elementos no contaminantes para desalojar las abejas. |
Personal en campo |
BP21. Usa vestimenta adecuada y limpia para el manejo de las abejas; BP22. Usa vehículo para transportar las alzas con miel; BP23. Lava el vehículo antes de movilizar las alzas. |
Programa de limpieza e higiene |
BP24. Cuenta con un programa de higiene y limpieza establecido; BP25. El apiario cumple con la norma con relación a la presencia de otros factores de riesgo. |
Los autores con base en lo propuesto por SAGARPA (2015). |
Considerando este catálogo se construyó el Índice de Adopción de Buenas Prácticas de Producción de Miel (IABPPM) y la Tasa de Adopción de Buenas Prácticas de Producción de Miel (TABPPM) con base a lo establecido por Muñoz et al (2007). El IABPPM se calculó por cada categoría (IABPPMc) (ver Tabla 1) y de manera global. Básicamente, este indicador mide la proporción de prácticas adoptadas en cada categoría y; para el indicador global, se consideran todas las categorías para obtener un promedio de adopción.
Ambos indicadores se registraron en dos momentos para cada apicultor. En primera instancia se recabó información en la Encuesta de Línea Base (ELB) en septiembre de 2013, y posteriormente en la Encuesta de Línea Final (ELF) en marzo de 2014, después de que los apicultores recibieron asistencia técnica y capacitación. En promedio, cada apicultor asistió a 2.3 eventos de capacitación o asistencia técnica al mes durante el periodo de operación del programa.
La información se analizó con el uso del software SAS 9.0, para obtener estadísticos descriptivos y frecuencias en variables de interés, así como una prueba de t para ver los cambios en el IABPPPMc y el global entre la ELB y ELF (SAS 2004).
Las características principales de las AI se detallan en la Tabla 2 (no se incluyen los nombres o razones sociales por confidencialidad de la información). En términos generales, se trata de AI que en promedio llevan trabajando alrededor de 11 años en el mercado, cuentan con 14 empleados y en el ciclo 2012 operaron al 50% de su capacidad instalada.
Este tipo de AI, además del tamaño, se distingue por aspectos como la forma de abastecerse de materia prima y por el destino de su producción. Considerando estos elementos, y de acuerdo a lo planteado por Martínez y Pérez (2013), a las AI que participaron en la estrategia se les puede catalogar como “pequeñas” y “grandes”.
Tabla 2. Información operativa de las agroindustrias en el ciclo productivo 2012. |
|||
Variable |
Agroindustria |
||
A |
B |
C |
|
Año de inicio de operaciones |
2011 |
2005 |
1998 |
Número de empleados |
35 |
2 |
6 |
Capacidad instalada, t/año |
4,800 |
100 |
1,500 |
Capacidad utilizada, t/año |
1,827 |
50 |
1,120 |
Tipo de agroindustria1 |
Grande |
Pequeña |
Grande |
Canal de abasto principal |
Compras en sus centros de acopio |
Producción propia |
Compras en sus centros de acopio |
Principal destino de la producción |
A otra agroindustria en mercado nacional |
A otra agroindustria en mercado nacional |
Alemania |
Principal problema percibido |
Estacionalidad |
Estacionalidad |
Calidad |
1 La clasificación del tipo de agroindustria se realizó con base a los criterios establecidos por Martínez y Pérez (2013). |
De esta manera, la AI “B” se considera como pequeña, que de acuerdo con Martínez y Pérez (2013), en estas AI generalmente los dueños son los mismos apicultores, el volumen de miel comercializado es menor a las 150 t anuales, la infraestructura con la que cuentan es mínima y el control de calidad se reduce prácticamente a verificar que la miel tenga menos de 18 grados de humedad. Además, suelen funcionar como centros de acopio para AI de mayor tamaño.
Por otra parte, las AI “A” y “C” se consideran como empresas “grandes”, que presentan una capacidad superior a las 1,500 t anuales, pero por insuficiente abasto de materia prima suelen operar al 40 o 60% de su capacidad instalada; además, con frecuencia se abastecen de miel a partir de centros de acopio bien establecidos o por medio de intermediarios seleccionados por ellos mismos (Martínez y Pérez 2013). Las AI “A” y “C” son muy similares, únicamente se distinguen porque la primera tiene como principal destino otra AI en el mercado nacional, mientras que para la segunda su principal destino es Alemania (Tabla 2); también destaca que la principal problemática que perciben estas AI se centra es aspectos de calidad y estacionalidad de la producción. Al respecto Magaña et al (2012) mencionan que, de manera general en México, los apicultores comercializan la miel principalmente en centros acopio, venta en otros estados del país, establecimientos del comercio local y, como última opción, la venta en forma directa a los consumidores finales.
Con relación a los apicultores, éstos son pequeños en su escala de producción, cuentan con una edad promedio de 49.0±14.3 años; 34.4±1.2 colmenas y; 1.6±1.1 apiarios, con un rendimiento de 23.6±9.4 kg de miel colmena-1 año-1, perfil muy similar a lo reportado por Magaña et al (2007) en un estudio previo en Yucatán. Prácticamente más del 80% de los apicultores posee menos de 50 colmenas (Figura 1), situación que coincide con lo indicado por Güemes-Ricalde et al (2003b), quienes en un estudio previo en el estado reportaron que el 82% de los apicultores poseían menos de 50 colmenas.
Figura 1. Estratificación de productores por número de colmenas en el estado de Yucatán, México |
Las características de los apicultores y sus apiarios también son muy similares a lo reportado en otros estados del país; por ejemplo, en Jalisco Contreras-Escareño et al (2013) reportaron que la edad de éstos fue de 47 años, donde la apicultura fue la actividad económica principal para aquellos con más de 100 colmenas; con diferencias en el promedio de producción de miel, ya que en Jalisco estos mismos autores reportan un promedio de 16.73 kg de miel colmena-1 año-1.
Con relación al IABPPM, en las siete categorías y de manera global existieron cambios altamente significativos (P<0.01) entre las encuestas de línea base y final (Figura 2). Existió variabilidad en los cambios en el IABPPM en las diversas categorías, por ejemplo, en lo referente al programa de limpieza e higiene el cambio fue de poco más de 57%, al pasar de 0.56 en la ELB, a 0.88 en la ELF; resultados similares se presentaron en otras categorías como materiales para la protección y ahumado de la colmena y alimentación artificial, donde el aumento en el IABPPPM fue de 28 y 36%, respectivamente. De manera global, el IABPPM aumentó de 0.71 a 0.89 (P<0.01).
Estos aumentos en el IABPPM se debieron a que gran parte del esfuerzo de los extensionistas se centró en capacitación y asistencia técnica sobre estas categorías, y en particular sobre buenas prácticas que requirieran nuevas formas de hacer las cosas, o aplicar nuevos conocimientos, pero que no demandaran inversiones adicionales a las ya realizadas cotidianamente por los apicultores; es decir, se trabajó en la difusión y adopción de BPPM de alto impacto y bajo costo. Este tipo de mecanismos están en línea a lo indicado por otros autores (Rogers 2003, Aguilar-Gallegos et al 2017), en donde se destaca que las innovaciones que son fácilmente observables y que no son costosas (entre otras características), tienen más probabilidad de ser adoptadas por los agricultores.
Figura 2. Índice de adopción de buenas prácticas de producción de miel
en apicultores de Yucatán, México. a, b Diferentes literales entre categorías indican diferencias altamente significativas (P<0.01) según prueba de t para muestras relacionadas. |
Por otro lado, existieron categorías como ubicación e instalación del apiario y cosecha donde el aumento fue apenas de 8.3 y 7.3%, respectivamente. Lo anterior se debió en parte a que fueron categorías con altos niveles de adopción iniciales, más de 0.90, y donde el trabajo del extensionista sólo sirvió para reforzar lo que ya se venía trabajando (Figura 2).
Con relación a la TABPPM, destacan al menos cinco BPPM que, si bien tuvieron aumentos de más del 50% en la adopción (como son la BP11. Registro de actividades en la bitácora de rastreabilidad, BP23. Lavar el vehículo donde se movilizan las alzas, BP24. Cuentan con programa de higiene y limpieza, BP22. Usa vehículo para el transporte de alzas y BP18. El equipo utilizado está en buenas condiciones) aún se encuentran por niveles medios de adopción de alrededor de 80% o menos (Figura 3). Sin embargo, estas buenas prácticas deben seguirse promoviendo y buscando su adopción a una mayor velocidad, puesto que elementos como trazabilidad, equipo en buenas condiciones y el programa de higiene y limpieza son elementos fundamentales para producir miel de buena calidad e inocua.
Figura 3.Tasa de adopción de buenas prácticas de producción de miel en apicultores de Yucatán, México |
En el extremo opuesto se encuentran buenas prácticas donde el aumento en la adopción fue de menos del 2% (como BP25. El apiario cumple con la norma con relación a la presencia de otros factores de riesgo, BP05. El apiario se ubica al menos a 200 m de edificios, BP14. No aplica antibióticos para la prevención de enfermedades, BP07. Las colmenas están a por lo menos a 20 cm sobre el nivel del suelo y BP12. Revisa las colmenas por lo menos dos veces al mes), aunque estas buenas prácticas ya tenían niveles de adopción mayores al 95% en la ELB (Figura 3).
Al respecto, Formato y Smulders (2011) mencionan que las buenas prácticas relacionadas con la ubicación e instalación del apiario, como el ubicar las colmenas en áreas agrícolas tienen efectos importantes en la salud de la colmena, la calidad de la miel y la eficiencia productiva. De igual manera, estos mismos autores señalan que las buenas prácticas relacionadas con el manejo de medicamentos autorizados para el control sanitario, la frecuencia de revisión de las colmenas, y las prácticas sobre alimentación artificial también tienen efectos muy importantes en la calidad de la miel, la salud de la colmena, la seguridad biológica de la miel como alimento y la eficiencia productiva.
Si bien, en este artículo, se analiza el efecto del modelo de extensión sobre la adopción de las BPPM, se reconoce que existen otros factores que pueden estar influyendo en estos cambios. De esta forma, se encontró que en otros países donde se ha estudiado la adopción de buenas prácticas y tecnologías apícolas, se han reportado diversos factores que influyen en dicha adopción. En Kenya, Affognon et al (2015) realizaron un modelo de regresión, donde los autores señalan que factores como la escolaridad, el ingreso mensual y la frecuencia de visitas al apiario influyen de manera positiva en la adopción de tecnologías apícolas modernas. De igual manera, en Arabia Saudita se reportó que la escolaridad y el tamaño de la familia se relacionan de manera positiva con la adopción, mientras que la edad del apicultor mantiene una relación negativa (Adgaba et al 2014).
En el oeste de Uganda encontraron que los servicios de extensión y el acceso a crédito resultaron variables significativas en la adopción de tecnologías apícolas (Mujuni et al 2012). Finalmente, en Brasil, Silva y Leite (2010) reportaron que la apicultura en la región de Pau dos Ferros se está desarrollando, pero que aún necesita mejoras importantes, esto al estudiar los procesos de cosecha, extracción y procesamiento de la miel hasta el envasado en cuatro ciudades de la región antes citada.
Los autores agradecen a los apicultores, agroindustrias e instituciones participantes (SAGARPA, FIRCO y PNPCAA) en el Proyecto Estratégico Trópico Húmedo 2013, por las facilidades otorgadas para el uso y manejo de la información generada por el programa.
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Received 8 February 2017; Accepted 17 March 2017; Published 1 June 2017