Livestock Research for Rural Development 23 (4) 2011 | Notes to Authors | LRRD Newsletter | Citation of this paper |
Con la finalidad de evaluar el efecto del nivel de suplementación alimenticia sobre el uso del N, el volumen y calidad de la leche en vacas Holstein pastando praderas de kikuyo con baja oferta forrajera (OF) se efectúo un experimento con 12 vacas adultas de primero (66.3 ± 13.0 días en lactancia (DEL)) y 12 vacas de segundo tercio de lactancia (170 ± 16.9 DEL) que ingresaron en tres periodos y fueron asignadas al azar a dos tratamientos consistentes en el suministro de 1.0 kg de suplemento por cada 2.5 y 3.5 kg de leche por encima de los primeros 10 litros de leche producidos. Se adelantó un análisis de parcelas divididas en el tiempo en un arreglo factorial 2x2.
La OF se mantuvo baja durante todo el periodo experimental (2.85 ± 0.51 kg de MS/100 kg de PV). El consumo promedio de materia seca del forraje fue 13.3 ± 2.16 kg/vaca/d sin que fuese afectado por el nivel de suplementación. La respuesta en la producción de leche a la suplementación solo se apreció en el primer tercio de lactancia (29.3 y 22.8 L/vaca/d) (interacción, p<0.09) mientras que la composición de la leche y el rendimiento quesero fueron similares. Una mayor deposición de N en la leche se observó en el nivel alto de suplementación para vacas en el primer tercio de lactancia (109 y 92.8 g/vaca/d) pero no en el segundo tercio (82.1 y 77.7 g/vaca/d) (interacción, p<0.09). El N consumido, N excretado en heces y orina, el porcentaje de N retenido en tejidos y en la eficiencia en el uso del N para la síntesis de proteínas lácteas fue similar entre tratamientos. Tampoco se encontraron diferencias debido al nivel de suplementación o al tercio de lactancia en el contenido de glucosa, colesterol, ácidos grasos no esterificados o insulina en la sangre. Se concluye que bajo condiciones de OF restringida la suplementación alimenticia a vacas lactantes mejora la producción de leche en el primer tercio sin modificar su composición y sin afectar el metabolismo energético y proteico ni el uso del N.
Palabras clave: eficiencia nutricional, excreción de nutrientes
The objective of this study was to asses the effect of supplementation level on nitrogen use, milk yield and milk quality in Holstein cows grassing kikuyu pastures (Pennisetum clandestinum) with low pasture allowance (PA). To this were selected twelve early (66.3 ± 13.0 days in milk; mean ± standard deviation) and twelve mid lactation cows (170 ± 16.9 days in milk) that entered in three periods and they were randomly assigned to two treatments: supply of 1.0 kg of corn based supplement per each 2.5 (H) and 3.5 (L) kg of milk over the first 10 kg of milk yield. Data was analyzed as split-plot in a 2x2 factorial arrangement. PA was low during the study (2.85 ± 0.51 kg of DM/100 kg of LW).
Average forage dry matter intake was 13.3 ± 2.16 kg/cow/d without be affected by concentrate supplementation level. Milk yield response to supplementation was observed only in early lactation cows (29.3 and 22.8 kg/cow/d, H and L treatments, respectively) (interaction, p<0.09) while milk composition and cheese yield were similar. A higher milk N deposition was observed in H treatment in early lactation cows (109 and 92.8 g/cow /d, H and L treatments, respectively) but it not was observed in mid lactation cows (82,1 and 77,7 g/cow/d, H and L treatments, respectively) (interaction, p<0.09). N intake, N in feces, N in urine, milk N concentration, N retained in tissues and the efficiency of N use to milk protein synthesis were equal between treatments. Neither was observed effects of supplementation level or lactation stage on glucose, cholesterol, nonesterified fatty acids or insulin blood concentration. It is concluded that under low PA the concentrate supplementation to lactating Holstein cows improve the milk yield in early lactation stage without modify its composition and without affect its energetic and protein metabolism neither N utilization.
Key words: milk production, nutritional efficiency, nutrient excretion
Los sistemas especializados aportan más de la mitad de la leche que se produce en Colombia (Osorio 2004, Observatorio de Agrocadenas de Colombia 2006). La leche proveniente de estos sistemas se caracteriza por su bajo contenido de proteína y alto contenido de nitrógeno ureico (Correa 2006, Correa et al 2010) lo que ha sido atribuido parcialmente al manejo nutricional y alimenticio de las vacas lactantes (Correa 2006, González y Correa 2007) que esta basado en el pastoreo de gramíneas y la suplementación con alimentos comerciales durante el ordeño (Abreu y Petri 1998, Bernal y Montoya 2004, González y Correa 2007).
El Pennisetum clandestinum (pasto kikuyo) es la gramínea más utilizada en los sistemas especializados de producción de leche en Antioquia (González y Correa 2007) y se caracteriza por su alto contenido de proteína cruda (PC), proteína degradable en rumen (PDR) y fibra en detergente neutro (FDN) y por su bajo contenido de carbohidratos no estructurales (CNE) y energía (Correa et al 2008a,b, González y Correa 2007). La calidad nutricional de los suplementos comerciales, por otro lado, es muy variable presentando un contenido de PC que oscila entre 11.0 y 22.8% y un contenido de CNE que varía entre 30 y 57% (Gaitán y Pabón 2003, González y Correa 2007, Montoya et al 2004). González y Correa (2007) establecieron una correlación positiva entre el contenido de CNE de los suplementos alimenticios y el contenido de proteína en la leche en hatos de lechería especializada del norte y oriente de Antioquia (r=0.66, p<0.015) sugiriendo que esta fracción sería una de las más limitantes para la concentración de proteína en la leche en estos sistemas de producción. Otros autores han indicado que los niveles de proteína en la leche están estrechamente asociados al consumo de energía (Gallardo 2006, Stockdale 1994).
El bajo contenido de proteína y el alto contenido de urea en la leche, son indicadores de alteraciones alimenticias y nutricionales que afectan el balance y el uso del nitrógeno (N) por los animales (Jonker et al 1998, Jonker et al 1999). La eficiencia en el uso de N dietario para la síntesis de proteínas lácteas en los sistemas especializados en Antioquia es relativamente baja con un promedio cercano al 17.0% (Correa et al 2008b) el cual es menor que los valores reportados para hatos lecheros en zonas templadas y que oscila entre 21.1 (Jonker et al 1998) y 44.0% (Lapierre et al 2005).
Aunque normalmente el contenido de proteína en la leche durante el primer tercio de lactancia es menor que en el segundo tercio (Schutz et al 1990), datos recolectados en Antioquia muestran que el bajo contenido de proteína en la leche persiste a lo largo de la lactancia (Correa 2009) sugiriendo la presencia de un problema nutricional durante todo el periodo productivo.
El objetivo de este trabajo fue evaluar el efecto del nivel de suplementación con alimentos ricos en CNE sobre la producción, el contenido de proteína en la leche, el rendimiento quesero así como sobre el balance de N y el metabolismo energético y proteico en vacas Holstein de primero y segundo tercio de lactancia en un sistema especializado del oriente de Antioquia.
El trabajo de campo se llevó a cabo durante el segundo semestre de 2008 en el Centro de Producción Paysandú de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, localizado en el corregimiento de Santa Elena (Medellín, Antioquia), a 2300 msnm, con una temperatura promedio de 16°C, perteneciente a una zona ecológica de bH – MB (Espinal 1992).
Se seleccionaron 12 vacas Holstein de primer tercio (66.3 ± 13.0 días en lactancia (DEL)) y 12 vacas de segundo tercio de lactancia (170.6 ± 16.9 DEL) con dos o más partos con pesos vivos (600 ± 70.1 y 609 ± 58.8 kg, respectivamente, p>0.7) y grado de condición corporal (2.44 ± 0.17 y 2.48 ± 0.14 kg, respectivamente, p>0.5). Los grupos difirieron en la producción de leche inicial (25.4 ± 5.2 y 20.1±4.2 L, respectivamente).
Las vacas pastaron permanentemente praderas de pasto kikuyo en las que se calculó semanalmente la oferta forrajera estimando la disponibilidad de forraje mediante la técnica del plato liviano descendente (Rayburn y Rayburn 1998). Con este se midió la altura de la pradera en 40 marcos de 0.25 m2 los cuales fueron cosechados a 10 cm de altura, se pesaron y se secaron en horno microondas siguiendo el procedimiento descrito por Undersander et el (1993) (muestras de 100 g de cada marco). Posteriormente se estimó la ecuación de regresión entre la disponibilidad de forraje (kg de materia seca/m2) y la altura de la pradera (cm). Un día a la semana se midió el área ofrecida a los animales, se estimó el forraje disponible tomando entre 80 y 100 datos de altura al azar y se estimó la oferta forrajera en kg de MS/100 kg de peso vivo de los animales.
Dado que las vacas no se encontraban disponibles simultáneamente para comenzar el experimento, estas fueron ingresando en la medida que cumplían con los requisitos para participar en este, es decir, que tuvieran dos o más partos y estuvieran en el primero o segundo tercio de lactancia. Es así como se conformaron tres grupos de vacas que ingresaron en tres meses (periodos) consecutivos (septiembre, octubre y noviembre de 2008). Al finalizar los tres periodos experimentales todos los tratamientos contaron con seis repeticiones.
Estos consistieron en la suplementación de 1.0 kg de alimento por cada 2.5 (Alto) ó 3.5 kg de leche producida por encima de 10 litros de leche (Bajo). Se elaboró un suplemento alimenticio a base de maíz y torta de soya por cada tercio de lactancia (ver Tabla 1).
Tabla 1. Composición de ingredientes y nutrientes de los suplementos suministrados a las vacas del primero y segundo tercio de lactancia.
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Tercio de lactancia |
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Primero |
Segundo |
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Ingredientes, % de la formula |
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Maíz |
51.8 |
51.8 |
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Aceite Palma |
4.16 |
4.13 |
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Torta de Soja |
22.1 |
17.2 |
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Melaza Caña |
5.88 |
7.41 |
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Cascarilla Soja |
13.0 |
16.9 |
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Calcita Mineral (CaCO3) |
1.40 |
1.41 |
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Fosfato Mono-Bicálcico |
0.52 |
0.25 |
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Premezcla Vitamínica |
0.37 |
0.33 |
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Premezcla Mineral |
0.37 |
0.33 |
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Bicarbonato Sódico |
0.44 |
0.26 |
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Composición Nutricional, % de la MS1 |
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PC |
16.6 |
14.4 |
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PDR |
8.44 |
7.71 |
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PNDR |
8.21 |
6.29 |
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PCIDN |
1.90 |
0.91 |
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PCIDA |
1.49 |
0.83 |
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FDN |
15.1 |
18.5 |
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Lignina |
2.42 |
3.03 |
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EE |
8.11 |
6.87 |
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Cenizas |
5.40 |
5.20 |
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CNE |
56.7 |
56.3 |
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CNE:PDR |
6.82 |
7.36 |
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FDN:CNE |
0.83 |
1.17 |
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Contenido energético, Mcal de ENl/kg de MS |
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ENl |
1.90 |
1.74 |
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1MS: materia seca; PC: proteína cruda; PDR: proteína degradable en rumen; PNDR: proteína no degradable en rumen; PCIDN: proteína cruda insoluble en detergente neutro; PCIDA: proteína cruda insoluble en detergente ácido; FDN: fibra en detergente neutro; EE: extracto étereo; CNE: carbohidratos no estructurales; ENl: energía neta de lactancia. |
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Periodos experimentales y recolección de muestras
Cada uno de los tres periodos experimentales tuvo una duración de 30 días. Los tres días previos al inicio de cada periodo experimental y durante los dos ordeños se tomaron muestras de leche (20 mL) a las que se les adicionó dicromato de potasio (Merck, Darmstadt, Alemania. Ref. 1048641000), se mezclaron para obtener una muestra por vaca y se conservaron bajo refrigeración hasta los análisis. Así mismo, se recolectaron muestras de heces de cada vaca (40 g) las cuales se mezclaron para obtener una única muestra por cada vaca y se conservaron congeladas a -20oC. Así mismo, se registró la producción de leche de cada uno de los dos ordeños. El día anterior al inicio del periodo experimental se les estableció el grado de condición corporal (GCC) (Wattiux 2007) y el peso vivo (PV). Posteriormente las vacas recibieron los tratamientos experimentales durante 30 días consecutivos.
A partir del cuarto día experimental a cada vaca se le suministraron 10 g de oxido de cromo (Nubiola Inorganic Pigments, Barcelona, España) repartidos en porciones iguales en cada uno de los dos ordeños. Durante los últimos siete días del periodo experimental se registró la producción de leche de los dos ordeños y en cada uno de ellos se tomaron muestras de leche (120 mL), orina (40 mL) y heces (40 g). A las muestras de leche se les adicionó dicromato de potasio y se conservaron bajo refrigeración hasta los análisis. Las muestras de orina se tomaron por estimulación vulvar, se acidificaron con H2SO4 0.036 N (2.0 mL por cada 20 mL de orina) y se almacenaron a -20oC para su posterior análisis (Nunes et al 2001, Valadares et al 1999). Las muestras de heces se tomaron vía rectal, se guardaron en recipientes plásticos y se congelaron a -20oC hasta su análisis. Los días 26 y 29 de cada periodo experimental se tomaron muestras del forraje (2.0 kg) y de los suplementos alimenticios (500 g) los cuales se mezclaron y se secaron a 60oC por 48 horas y conservaron hasta los análisis químicos. El último día experimental se tomaron dos muestras de sangre (8 mL) de la vena coccígea seis horas después del ordeño de la mañana, se centrifugaron a 6000 rpm durante 10 minutos, se les separó el suero el cual se empacó en viales de 2.0 mL que se conservaron congelados hasta los análisis. Así mismo, el último día de cada periodo experimental se pesaron las vacas y se les estableció el GCC.
Determinación de la degradabilidad ruminal de la PC
La degradabilidad ruminal de la MS y de la PC se llevó a cabo mediante la técnica in situ descrita por Ørskov (2000). Para ello se utilizaron tres vacas adultas de la raza Holstein, secas y vacías dotadas con cánulas ruminales.
Las muestras de forraje se molieron en cribas de 1.5 mm, y se empacaron en bolsas de nilón (de aproximadamente 45 mm de poro) de 5 x 10 cm (aproximadamente 3.0 gramos de muestra/bolsa) y se incubaron en el rumen de las tres vacas canuladas durante 0, 2, 4, 8, 16, 24, 48 y 72 h. Las bolsas se sujetaron a mosquetones metálicos que luego se fijaron a una cadena de hierro galvanizado de un metro de longitud que se introdujo en la parte ventral del rumen y se sujetó a la parte externa de la tapa de la cánula ruminal mediante un cordel de cáñamo. Las bolsas se incubaron en el rumen comenzando con el tiempo más largo (72 h) de tal manera que al final de las incubaciones todas las bolsas se extrajeron al mismo tiempo y se lavaron simultáneamente con agua del grifo hasta que el agua salió limpia (Nocek 1988).
Las bolsas con los residuos se secaron a 60°C durante 48 horas y se pesaron. En el residuo recuperado de cada una de las bolsas incubadas se determinó el contenido de MS y de PC. Estos datos se utilizaron para estimar la degradabilidad ruminal (DR), la fracción soluble (a), la fracción potencialmente degradable (b) y la constante de la cinética de degradabilidad ruminal (kd) de la MS y de la PC. Para esto se utilizó el modelo de Mitcherlish I (Kiviste et al 2002): DR = a + b*(1-e-kd*t)i donde t es el tiempo de incubación e i es el punto de inflexión.
Para el cálculo de estos parámetros se utilizó el programa RUMENAL (Correa 2004). El cálculo de la degradabilidad efectiva (DE) de la MS y de la PC (PDR) se realizó utilizando la metodología propuesta por Correa (2009) mediante métodos numéricos. La constante de la cinética de pasaje ruminal (kp) fue calculada con las ecuaciones propuesta por el NRC (2001) para forrajes húmedos y suplementos concentrados. La fracción no degradable en el rumen de la PC (PNDR) se calculó por diferencia.
Análisis químicos
Las muestras secas de forrajes y del suplemento alimenticio fueron molidas en un molino RetschÒ-SK100 (Retsch Inc., Haan, Germany) con una malla de 1.0 mm y se les determinó el contenido de cenizas (Cen), extracto etéreo (EE) y PC de acuerdo a métodos descritos por la A. O. A. C. (2005), en tanto que la determinación contenido de fibra en detergente neutro (FDN), fibra en detergente ácido (FDA) y lignina (Lig), se llevaron a cabo por los métodos descritos por Van Soest y Robertson (1985). En los residuos de la FDN y de la FDA se estableció el contenido de N para determinar la PC insoluble en detergente neutro (PCIDN) y la PC insoluble en detergente ácido (PCIDA), respectivamente. Aritméticamente se calculó la concentración de carbohidratos no estructurales (CNE) como CNE = 100 - (PC + FDN + Cen + EE) + PCIDN (NRC 2001). Estas fracciones químicas fueron utilizadas para estimar el contenido de ENl de cada alimento (Weiss et al 1992).
El contenido de proteína y grasa en las muestras iniciales y finales de leche se determinó mediante los procedimientos descritos por la A. O. A. C. (2005) y la urea por colorimetría (BioSystems S.A. Costa Brava 30, Barcelona, España; COD 11516). Los sólidos totales en la leche, el contenido de materia seca del queso (MSQ) y el contenido de PC del queso (PCQ) se determinaron por los procedimientos descritos por la A. O. A. C. (2005). Para estimar el rendimiento quesero (RQ) se utilizaron 500 ml de leche a los que se les adicionaron 0.1 g de renina la cual se dejó actuar por 10 min al final de los cuales se hicieron cortes de 1.5 x 1.5 cm y se dejó reposar por otros 5 min durante los cuales se eliminó el suero.
Las muestras de heces (iniciales y finales) fueron analizadas para Cr por espectrometría de absorción atómica (Holden et al 1994) y para N (A. O. A. C. 1998). Las muestras de orina fueron analizadas para N (AOAC1998) y para creatinina (Sigma kit no 555-A, Sigma Chemical Co.) la cual fue utilizada para estimar la orina producida de acuerdo al procedimiento descrito por Valadares et al (1999) utilizando la ecuación: Orina, mL/d = (PV x 29)/(creatinina, mg/L), donde PV es el peso vivo del animal. La orina producida fue utilizada, a su vez, para la estimación del balance del N.
En las muestras de sangre se determinó el contenido de glucosa, colesterol, ácidos grasos no esterificados (AGNE) e insulina. El contenido de colesterol (BioSystems S.A. Costa Brava 30, Barcelona, España; COD 11805), glucosa (BioSystems S.A. Costa Brava 30, Barcelona, España; COD 11803) y AGNE (Catachem, Bridgeport, Connecticut: NEFA KIT, C514-0A) se determinaron mediante métodos enzimáticos. El Contenido de insulina se determinó por el método de ELISA (Monobind Inc., Lake Forest, USA; Insulin AccuBind ELISA Kits, COD 2425-300).
Determinación del contenido ENl del forraje
El valor energético de las muestras del forraje se estimó mediante el procedimiento propuesto por Weiss et al (1992), que parte de calcular las digestibilidades verdaderas de los CNE (dvCNE), de la PC (dvPC), del FDN (dvFDN) y del EE (dvEE), a partir de la composición química del forraje.
Estimación del consumo de materia seca del forraje
La estimación del consumo de materia seca del forraje (CMSf) se realizó mediante la técnica de los marcadores en la que se empleó óxido de cromo como marcador externo para estimar la producción de heces (Lippke 2002) y la fibra detergente ácido indigerible in situ (FDAiis) para estimar la digestibilidad de la materia seca (DMS) (Sunvold y Cochran 1991).
La producción de heces (H) se calculó utilizando la ecuación de Lippke (2002) ajustada por el contenido de Cr en las heces antes de comenzar el suministro del óxido de cromo:
H, g = (g de Cr en el alimento)x(tasa de recuperación del Cr en las heces)/(% de Cr en las heces - % de Cr inicial en las heces).
En un experimento previo se estimó que la tasa de recuperación del cromo en las heces fue de 79.4% (Correa et al., 2009). Para la determinación de la FDAi (como porcentaje de la MS), las muestras del forraje, del suplemento y de las heces de cada vaca se sometieron a una prueba de digestibilidad in situ por 144 horas (Correa et al 2009). La concentración de este marcador en las heces (FDAih) se multiplicó por la cantidad total de heces para obtener la cantidad total de este marcador en las heces. Al restar esta cantidad de la proveniente del suplemento alimenticio (FDAis) (cuya cantidad es conocida), se obtuvo la cantidad de FDAi en las heces proveniente del forraje las que, a su vez, equivalen a la cantidad de FDAi consumidas con el forraje (FDAif) por cada vaca (Carulla, comunicación personal):
[FDAif]*CMSf = [FDAih]*H - [FDAis]*CMSs
Así, al despejar se obtiene el CMSf:
CMSf kg/vaca/d = ([FDAih]*H - [FDAis]*CMSs)/ [FDAif]
Dado que no toda la FDAi de los alimentos se recupera completamente, en este experimento se asumió que la tasa de recuperación de la FDAi en las heces fue del 80% (Sunvold y Cochran 1991). Así, la ecuación que finalmente se utilizó para estimar el CMSf fue:
CMSf kg/vaca/d= ([FDAih]*H/0.8 - [FDAis]*CMSs)/ [FDAif]
Balance y eficiencia en el uso del N
El balance de N, que corresponde al N aparentemente retenido en los tejidos (Ntej) se estimó a partir del N consumido (Ncons), el N en las heces (Nheces) y la orina (Norina) y el N secretado en la leche (Nleche) (Gozho et al 2008): Ntej = Ncons - (Nheces + Norina + Nleche). La eficiencia en el uso del N para la síntesis de proteínas lácteas (Efic) se calculó a partir del N cons y el Nleche así: Efic = (Nleche x 100)/Ncons.
Análisis estadístico
Las variables de respuesta se analizaron inicialmente bajo un diseño de parcelas divididas en el tiempo en un arreglo factorial según el siguiente modelo:
Yijkl = μ + Ni + Tj + N*Tij + Nivel*Tercio*Vacaijk + Pl + Vaca*Periodokl + Nivel*Tercio*Periodoijl + E(ijkl)
donde Yijkl es la variable respuesta; μ es la media poblacional; Ni es el efecto del i-ésimo nivel de suplementación alimenticia; Tj es el efecto del j-ésimo tercio de lactancia; N*Tij es la interacción entre el i-ésimo nivel de suplementación alimenticia y el j-ésimo tercio de lactancia; Nivel*Tercio*Vacaijk es la interacción entre el i-ésimo nivel de suplementación alimenticia, el j-ésimo tercio de lactancia y la k-ésima vaca; Pl es el efecto del l-ésimo periodo experimental; Vaca*Periodokl es la k-ésima vaca en el l-ésimo periodo experimental; Nivel*Tercio*Periodoijl es la interacción entre el i-ésimo nivel de suplementación alimenticia, el j-ésimo tercio de lactancia y l-ésimo periodo experimental; E(ijkl) es el error experimental. El análisis estadístico se realizó utilizando el PROC GLM del paquete estadístico SAS (1998) según el siguiente programa:
PROC GLM;
Class Periodo Nivel Tercio Vaca;
Model variable = NivelçTercio Vaca*Nivel*Tercio Periodo Vaca*Periodo Nivel*Tercio*Periodo;
Test H= NivelçTercio E= Vaca*Nivel*Tercio/htype=1 etype=1;
Test H=Periodo E=Vaca*Periodo/htype=1 etype=1;
run;quit;
Sin embargo, al no detectarse efecto del periodo para ninguna de las variables analizadas, este factor se eliminó del modelo. Así mismo, se calcularon las correlaciones lineales simples entre algunas de las variables de respuesta utilizando el PROC CORR del paquete estadístico SAS (1998).
Resultados y discusión
Oferta y composición química de las praderas
La altura de la pradera durante la fase experimental fue 18.9 ± 2.69 cm. La relación entre la altura de la pradera (X, en cm) y la disponibilidad de forraje (Y, kg de MS/ha) se estimó mediante la regresión lineal Y = -1456.5(± 229.2) + 178.3(± 8.05)*X (p<0.001, r2=0.93). Basado en esta ecuación, y teniendo en cuenta las medidas del área de la pradera ofrecida un día a la semana, la altura promedio de dicha pradera y el peso vivo de los animales, se estimó que la oferta forrajera fue de 2.85 ± 0.51 kg de MS/100 kg de PV.
La composición química promedio de las praderas donde pastaban las vacas durante los tres periodos experimentales se encuentra dentro de los valores reportados para el pasto kikuyo en Antioquia (Correa et al 2008a, González y Correa 2007) en donde se destaca el alto contenido de PC, PDR y FDN así como el bajo contenido de CNE (ver Tabla 2). El contenido energético promedio de estas praderas fue 1.30 ± 0.04 Mcal de ENl, valor ligeramente más alto que el promedio reportado para esta gramínea en Antioquia (Correa et al 2008b).
El contenido de PC, EE y CNE del suplemento suministrado a las vacas del primer tercio de lactancia fue ligeramente más alto que el que presentó el suplemento suministrado a las vacas del segundo tercio (ver Tabla 1). Por el contrario, el contenido de FDN y lignina fue inferior y por la misma razón, el contenido de ENl fue superior en el suplemento alimenticio suministrado a las vacas del primer tercio. Es de destacar el contenido de CNE de los suplementos utilizados en este experimento que fue tan alto como los valores superiores encontrados en los suplementos comerciales utilizados en Antioquia (González y Correa 2007).
Tabla 2. Composición química y contenido energético promedio de las praderas suministradas a las vacas durante los tres periodos experimentales. |
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Fracción Química, % de la MS1 |
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PC |
18.2 |
± |
1.32 |
|
PDR |
9.36 |
± |
0.76 |
|
PNDR |
8.84 |
± |
0.72 |
|
PCIDN |
6.73 |
± |
1.53 |
|
PCIDA |
1.53 |
± |
0.31 |
|
FDN |
63.1 |
± |
3.76 |
|
EE |
2.23 |
± |
0.35 |
|
Cenizas |
10.1 |
± |
0.76 |
|
Lignina |
5.43 |
± |
0.15 |
|
CNE |
12.8 |
± |
2.50 |
|
CNE:PDR |
1.42 |
± |
0.23 |
|
FDN:CNE |
4.83 |
± |
1.10 |
|
Contenido energético, Kcal/kg de MS |
||||
ENl |
1.30 |
± |
0,04 |
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1MS: materia seca; PC: proteína cruda; PDR: proteína degradable en rumen; PNDR: proteína no degradable en rumen; PCIDN: proteína cruda insoluble en detergente neutro; PCIDA: proteína cruda insoluble en detergente ácido; FDN: fibra en detergente neutro; EE: extracto étereo; CNE: carbohidratos no estructurales; ENl: energía neta de lactancia. |
Consumo de MS y de fracciones químicas
La suplementación con alimentos concentrados a animales bajo pastoreo tiende a reducir el consumo de materia seca del forraje y a incrementar el consumo de energía y de materia seca total (Bargo 2003, Riquelme y Pulido 2008, Stockdale 2000). Esto se debe fundamentalmente al efecto de sustitución en el consumo de materia seca del forraje por el consumo de materia seca del suplemento alimenticio (Bargo et al 2003, Fulkerson et al 2006, Riquelme y Pulido 2008). Dicho efecto es explicado por la acción de varios factores entre los que se destaca la intensidad con la que se presentan las interacciones entre el forraje y el suplemento alimenticio a nivel ruminal. Se ha reportado que con el aumento en el nivel de suplementación con alimentos concentrados se reduce la tasa de digestión ruminal de la MS y la FDN del forraje (Bargo et al 2002a) así como la digestibilidad de la FDN (Ba et al 2008) y FDA de la dieta mientras se incrementa la digestibilidad de la MS total (Fulkerson et al 2006, Khampa y Wanapat 2006, Reis y Combs 2000). Dicha suplementación aumenta la producción de leche y modifica la relación entre los ácidos grasos volátiles en el rumen. Es así como Bargo et al (2002a) y Reis y Combs (2000) reportaron una reducción en la relación Acetato:propionato con el incremento en la suplementación con alimentos concentrados y dado que ha sido reconocido que el propionato tiene un efecto negativo sobre el consumo de MS del forraje (Shepered y Combs 1998), la reducción en la relación Acetato:propionato contribuiría, así mismo, a explicar el efecto de sustitución. Otro factor que explica este efecto es la reducción en el tiempo dedicado al pastoreo (Bargo et al 2002a, Riquelme y Pulido 2008) y a la rumia que se observa en animales suplementados frente a los animales que solo consumen forraje (Bargo et al 2002a).
Tabla 3. Efecto del nivel de suplementación alimenticia sobre el CMS y de algunas fracciones químicas en vacas Holstein de primero y segundo tercio de lactancia bajo dos niveles de suplementación alimenticia (n=6 para cada tratamiento).
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|||||||||
Variable |
Nivel de suplementación1 |
EEM2 |
p |
||||||
Alto |
|
Bajo |
|||||||
Tercio de lactancia |
|
Tercio de lactancia |
|||||||
Primero |
Segundo |
|
Primero |
Segundo |
N |
T |
NxT |
||
Consumo, kg de MS/vaca/d Forraje |
12.0 |
14.0 |
|
12.9 |
14.5 |
4.73 |
0.46 |
0.06 |
0.80 |
Suplemento |
6.82 |
3.48 |
|
3.70 |
2.22 |
55.2 |
0.01 |
0.01 |
0.17 |
Forraje, % Total |
64.2 |
79.9 |
|
78.1 |
86.8 |
2.64 |
0.01 |
0.01 |
0.26 |
Total |
18.8 |
17.5 |
|
16.6 |
16.7 |
6.86 |
0.17 |
0.58 |
0.52 |
CNE3, kg/vaca/d |
5.41 |
3.70 |
|
3.71 |
3.04 |
0.91 |
0.01 |
0.01 |
0.20 |
PDR, kg/vaca/d |
1.69 |
1.46 |
|
1.49 |
1.45 |
0.04 |
0.23 |
0.13 |
0.29 |
FDN, kg/vaca/d |
8.78 |
9.71 |
|
8.88 |
9.75 |
1.98 |
0.90 |
0.09 |
0.95 |
PNDR, kg/vaca/d |
1.57 |
1.34 |
|
1.40 |
1.35 |
0.04 |
0.30 |
0.08 |
0.26 |
ENl, Mcal/vaca/d |
30.5 |
25.3 |
|
24.7 |
23.1 |
19.1 |
0.08 |
0.07 |
0.31 |
CNE:PDR, kg:kg |
3.16 |
2.45 |
|
2.54 |
2.08 |
0.18 |
0.01 |
0.01 |
0.47 |
FDN:CNE, kg:kg |
1.68 |
2.68 |
|
2.51 |
3.32 |
0.34 |
0.01 |
0.01 |
0.69 |
1Promedios comparados con la prueba de Tukey. 2EEM: Error Estándar de la Media; N: nivel de suplementación; T: tercio de lactancia 3CNE: carbohidratos no estructurales; PDR: proteína degradable en rumen; FDN: fibra en detergente neutro; PNDR: proteína no degradable en rumen; ENl: energía neta de lactancia. CNE:PDR: relación entre el consumo de carbohidratos no estructurales y el consumo de proteína degradable en rumen; FDN:CNE; relación entre el consumo de fibra en detergente neutro y carbohidratos no estructurales |
En este experimento no se encontraron diferencias significativas en el consumo de materia seca del forraje y el consumo de materia seca total debido al nivel de suplementación (ver Tabla 3) sugiriendo que hubo ausencia del efecto de sustitución. Otros autores tampoco han hallado una disminución en el consumo de materia seca del forraje (Alvarez et al 2006, Berzaghi et al 1996, Dillon et al 1997) ni en el consumo de materia seca total (Berzagui et al 1996, Pulido et al 2002) como consecuencia de la suplementación con alimentos concentrados. Esta ausencia de sustitución de consumo de forraje por alimentos concentrados de las vacas en este ensayo podría explicarse por una baja oferta forrajera.
Ha sido establecido que la tasa de sustitución del consumo de materia seca del forraje por el consumo de materia seca del suplemento alimenticio se incrementa a medida que aumenta la oferta forrajera (Bargo et al 2003, Penno et al 2006, Riquelme y Pulido 2008). Es así como Riquelme y Pulido (2008) reportaron una reducción lineal en el consumo de materia seca del forraje en vacas Holstein lactantes a medida que se incrementó la suplementación con un alimento a base de cebada desde 0.0 hasta 9.0 kg/vaca/d con una oferta forrajera de 36.7 kg de MS/vaca/d. Por el contrario, Grainger y Mathews (1989) reportaron que cuando la oferta forrajera fue baja (7.6 kg/100 kg de PV) la tasa de sustitución fue 0.0 mientras que cuando la oferta forrajera fue media (17.1 kg/100 kg de PV) la tasa de sustitución ascendió a 0.25 kg:kg y con una oferta forrajera alta (33.2 kg/100 kg de PV) la tasa de sustitución fue de 0.69 kg:kg. Dillon et al (1997), por su parte, evaluaron el efecto de la suplementación con 0.0, 2.0 ó 4.0 kg de un alimento concentrado a vacas en pastoreo durante la lactancia temprana y no encontraron diferencias en el consumo de materia seca del forraje. La oferta forrajera que recibieron las vacas osciló entre 17.0 y 22.0 kg de MS vaca/d que de acuerdo con estos autores fue mucho menor que la oferta forrajera normal y cuya reducción se debió al bajo crecimiento de las praderas durante la época en que se realizó el experimento. Como fue señalado anteriormente, en el presente experimento las vacas experimentales también recibieron una baja oferta forrajera (2.85 ± 0.51 kg de MS/100 kg de PV que equivalen a 17.1 ± 3.05 kg de MS vaca/d) debido a que el crecimiento de las praderas fue muy baja durante el periodo experimental debido a las altas precipitaciones, la reducción en el brillo solar y a la disminución en la temperatura ambiental comparado con años anteriores (Gobernación de Antioquia 2009) (ver Tabla 4).
Tabla 4. Características climatológicas durante el segundo semestre de 2008 en el área de influencia del corregimiento de Santa Elena, Medellín (Antioquia).
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Variable |
2006 |
2007 |
2008 |
Precipitacion, mm |
815 |
1184 |
1363 |
Brillo solar, h/d |
5.61 |
5.46 |
5.18 |
Temperatura, oC/d |
17.2 |
17.4 |
16.5 |
Fuentes: Gobernación de Antioquia 2007, 2008 y 2009 |
En el presente trabajo la diferencia entre el nivel alto y bajo de suplementación para las vacas del primer tercio fue de 3.12 kg mientras que para las del segundo tercio fue de 1.26 kg. McEvoy et al (2008) tampoco encontraron efecto del nivel de suplementación con 3.0 kg de concentrado sobre el consumo de materia seca del forraje. Estos niveles de suplementación fueron menores a los reportados por Berzaghi et al (1996), Reis y Combs (2000) y por Bargo et al (2002a). Berzaghi et al (1996), no obstante haber utilizado una suplementación más alta que las evaluadas en este experimento (6.4 kg de un suplemento de maíz) tan solo encontraron una tendencia a la disminución en el CMSf pero no encontraron respuesta en el consumo de materia seca total comparado con vacas sin suplementación. Estos autores atribuyen la baja tasa de sustitución al bajo consumo de materia seca del forraje que mostraron los animales experimentales lo que, a su vez, pudo ser debido a las altas temperaturas ambientales. Reis y Combs (2000) por su parte, no encontraron diferencias en el consumo de materia seca del forraje entre vacas lactantes sin suplementar y aquellas suplementadas con 5.0 kg de un alimento energético. Solo cuando el nivel de suplementación ascendió a 10.0 kg se apreció una reducción en el consumo de materia seca del forraje. Bargo et al (2002a) evaluaron dos niveles de suplementación (0.0 y 9.6 kg de suplemento) a vacas bajo dos ofertas forrajeras (25.0 y 40.0 kg de MS/vaca/d) y encontraron que la reducción en el consumo de materia seca del forraje debida a la suplementación fue menor en las vacas con baja oferta forrajera. Peyraud y Delaby (2001), por su parte reportaron que la suplementación con alimentos energéticos en el rango entre 2.0 y 6.0 kg MS/d, no muestra un efecto consistente sobre la tasa de sustitución. Balocchi et al (2002), por el contrario, reportaron una disminución significativa en el consumo de materia seca del forraje al suplementar con 6.0 kg de un alimento concentrado a base de granos o pulpa de remolacha seca a vacas Holstein pastoreando praderas mixtas de gramíneas y leguminosas y estimaron una tasa de sustitución de 0.53 para la pulpa de remolacha y 0.45 para el concentrado a base de granos.
El consumo de materia seca del forraje tendió a incrementarse en el segundo tercio de la lactancia (p<0.06) (Tabla 3) coincidiendo con lo reportado por Johnson et al (1966) indicando la existencia de un efecto de compensación del consumo del suplemento por el de forraje. Debido a que en este experimento se evaluaron dos niveles de suplementación que fueron similares en los dos tercios de la lactancia pero que estuvo basado en la producción de leche y dado que está se redujo en el segundo tercio (Tabla 5), en esa medida se disminuyó el consumo del suplemento y tal reducción fue compensada con un incremento en el consumo del forraje. Esto se puede apreciar en el porcentaje de forraje con relación al consumo total hallada en este experimento y que se muestra en la Tabla 3. Como se aprecia en esta tabla, al pasar del nivel alto al nivel bajo de suplementación, el porcentaje de forraje consumido se incrementa significativamente en ambos tercios de lactancia siendo mayor la proporción de forraje en el segundo tercio de lactancia.
Como era de esperarse, el consumo de CNE fue superior en las vacas que recibieron el nivel de suplementación alto (p<0.01) y aquellas que estaban en el primer tercio de la lactancia (p<0.01) (ver Tabla 3), y dado que el consumo de PDR no fue estadísticamente diferente (ver Tabla 3), la relación CNE:PDR en la dieta fue igualmente mayor en el nivel de suplementación alto (p<0.01) y en las vacas del primer tercio (p<0.01) (ver Tabla 3) acercándose más a la relación entre estas dos fracciones recomendada por el NRC (2001). No obstante esto, dicha relación fue muy diferente entre los suplementos alimenticios experimentales y las praderas de kikuyo. Así, mientras que en los suplementos esta relación fue mucho más alta que la recomendada por el NRC (2001) (ver Tabla 1), en las praderas de kikuyo esta relación fue muy baja (ver Tabla 2). En teoría esto representa una desventaja alimenticia importante debido a que no solo se trata de que la dieta promedio que reciben los animales diariamente cumpla o se acerque a las recomendaciones nutricionales si no que, además, exista una sincronía en el momento en que los animales consumen las diferentes fracciones nutricionales: un aporte sincronizado (en cantidad, tasas de degradabilidad y momentos de suministro) de carbohidratos y proteínas debería maximizar el crecimiento microbiano en el rumen y optimizar el uso de la PDR (Bach 2001, Vaughan et al 2002). Aunque esto es más probable de alcanzar en un sistema de alimentación basado en raciones completas mezcladas, bajo el sistema de pastoreo con suplementación durante el ordeño que predomina en el país y que fue el que se utilizó en este experimento, la posibilidad de alcanzar tales sincronías es más difícil, particularmente la que tiene que ver con el momento del consumo (Agudelo y Puerta 2004, Montoya et al 2004).
El consumo de FDN, por su parte, no fue afectado por el nivel de suplementación pero si tendió a incrementarse en el segundo tercio de lactancia (p<0.09) como consecuencia del aumento en el consumo de forraje en esta etapa en comparación al observado en el primer tercio de lactancia (Tabla 3). La relación entre la FDN y los CNE consumidos (FDN:CNE) fue afectada tanto por el nivel de suplementación (p<0.01) como por el tercio de lactancia (p<0.01) (ver Tabla 3). En el manejo nutricional de vacas lactantes esta relación es tan importante como la existente entre CNE:PDR (Grant 2005, Harris 1993). Esto es debido a que los microorganismos ruminales obtienen la mayor parte de la energía necesaria para su crecimiento a partir de la fermentación de los carbohidratos (Russell, 1984) y a que existen diferencias en el crecimiento de las poblaciones que fermentan carbohidratos fibrosos frente a las que fermentan carbohidratos no fibrosos. Así, el Sistema de Carbohidratos y Proteínas Netas de Cornell (Russell et al 1992) reconoce que las poblaciones microbianas que fermentan carbohidratos fibrosos crecen más lentamente que las poblaciones que fermentan carbohidratos no fibrosos. Por otro lado, y debido a que la fibra conduce a un patrón de fermentación que favorece la concentración molar del acetato, la eficiencia en la utilización de la energía metabolizable es menor (Sarwar et al 1999) y, por lo tanto, es menor la capacidad de sostener altas producciones de leche (Arelovich et al 2008).
La relación FDN:CNE hallada en este trabajo es mucho más alta que la recomendada por el NRC (2001) para vacas lactantes y que oscila entre 0.57 y 0.96 indicando que el contenido recomendado de FDN en la ración es inferior al recomendado para los CNE. La relación FDN:CNE tan alta encontrada en este experimento se debe fundamentalmente al alto contenido de FDN y al bajo contenido de CNE de las praderas de pasto kikuyo que pastorearon las vacas experimentales (ver Tabla 2). Esta alta relación afecta la disponibilidad de carbohidratos rápidamente fermentables en el rumen y, en última instancia, de la energía necesaria para la síntesis de proteína microbiana (Oba y Allen 2003, NRC 2001).
Peso vivo, grado de condición corporal, producción y calidad de la leche
El nivel de suplementación tampoco afectó el PV ni el GCC (ver Tabla 5). Escobar et al (2007) evaluando el efecto de cuatro niveles de suplementación a vacas Holstein lactantes (0.0, 3.0, 6.0 y 9.0 kg/vaca/d) a las que se les asignó una oferta forrajera alta (35.0 kg de MS/vaca/d) durante 58 días, tampoco encontraron efecto del nivel de suplementación sobre el PV y el GCC. Ferris y Mayne (2003) tampoco observaron cambios en estas dos variables en vacas Holstein de segundo tercio de lactancia a las que suplementaron durante 50 días con un alimento concentrado en cantidades similares a las utilizadas por Escobar et al (2007). Resultados similares fueron reportados por Bargo et al (2002a) al suplementar con 9.6 kg de un alimento concentrado a vacas Holstein lactantes a las que se les asignó una oferta forrajera baja (25.0 kg de MS/vaca/d) o alta (40.0 kg de MS/vaca/d). Esto puede ser debido a que como lo sugieren Bargo et al (2002b), en experimentos de corta duración (menos de 12 semanas) no es de esperarse cambios en el GCC ni en el PV.
La producción de leche, por el contrario, fue afectada por los tratamientos encontrándose una interacción entre el nivel de suplementación y el tercio de lactancia (p<0.09) (ver Tabla 5) que indica una respuesta al nivel de suplementación en el primer tercio de lactancia y una ausencia de respuesta durante el segundo tercio (ver Figura 1). Salinas et al (1983) tampoco encontraron efecto del nivel de suplementación (3.5, 7.7 y 10.0 kg/vaca/d) sobre la producción de leche en vacas Holstein, Jersey, Ayrshire y Pardo Suizo que estaban en segundo tercio de lactancia (130 días de lactancia ). Un resultado similar fue reportado por Lehmann et al (2001) al comparar dos niveles de suplementación (2.4 ó 7.2 kg/vaca/d) a vacas Jersey al final del primer tercio y comienzos del segundo tercio de lactancia. El nivel de suplementación alimenticia tampoco afecta la producción de leche en vacas doble propósito durante el segundo tercio de lactancia (García et al 2006, Montiel et al 2007). Esta baja o nula de respuesta en producción de leche a la suplementación durante el segundo tercio de lactancia podría deberse a la reducción en los requerimientos nutricionales para la producción de leche (Mojica et al 2009) y, en consecuencia, a cambios en el direccionamiento de nutrientes a medida que avanza la lactancia (Bauman 2000, Broster y Thomas 1981, Kellaway y Harrington 2004). Ha sido establecido que la reducción en la producción de leche se debe principalmente a la pérdida de células epiteliales por apoptosis (Capuco et al 2001, Capuco et al 2003) y a la disminución en la actividad metabólica de estas células (Pero et al 2006, Sorensen et al 2006) lo que explicaría la falta de respuesta a la suplementación alimenticia en producción de leche durante esta etapa de la lactancia.
Tabla 5. Efecto del nivel de suplementación alimenticia sobre el PV, el GCC, la producción de leche y la calidad de la leche en vacas Holstein de primero y segundo tercio de lactancia bajo dos niveles de suplementación alimenticia (n=6 para cada tratamiento).
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|||||||||
Variable |
Nivel de suplementación1 |
EEM2 |
p |
||||||
Alto |
|
Bajo |
|||||||
Tercio de lactancia |
|
Tercio de lactancia |
|||||||
Primero |
Segundo |
|
Primero |
Segundo |
N |
T |
NxT |
||
PV3, kg |
572 |
605 |
|
574 |
550 |
3676 |
0.28 |
0.85 |
0.26 |
GCC |
2.48 |
2.46 |
|
2.43 |
2.51 |
0.06 |
0.94 |
0.74 |
0.63 |
Leche L/vaca/d |
29.3a4 |
19.8b |
|
22.8b |
18.9b |
21.2 |
0.05 |
0.01 |
0.09 |
Proteína, % |
2.59 |
2.65 |
|
2.64 |
2.63 |
0.05 |
0.85 |
0.76 |
0.68 |
Proteína, kg |
0.75 |
0.52 |
|
0.59 |
0.49 |
0.01 |
0.02 |
0.01 |
0.10 |
Grasa, % |
2.93 |
3.08 |
|
3.05 |
3.06 |
0.06 |
0.62 |
0.42 |
0.51 |
Grasa, kg |
0.86 |
0.60 |
|
0.68 |
0.57 |
0.01 |
0.04 |
0.01 |
0.15 |
Grasa:PC |
1.14 |
1.16 |
|
1.16 |
1.17 |
0.01 |
0.82 |
0.75 |
0.85 |
Sólidos, % |
10.9 |
11.2 |
|
11.4 |
11.1 |
0.33 |
0.30 |
0.94 |
0.17 |
Queso Rendimiento, % |
11.7 |
12.0 |
|
11.7 |
11.3 |
2.20 |
0.59 |
0.88 |
0.55 |
MS, % |
38.4 |
40.1 |
|
36.3 |
37.1 |
9.96 |
0.06 |
0.33 |
0.73 |
PC , % |
16.1 |
16.0 |
|
16.8 |
16.7 |
2.61 |
0.32 |
0.87 |
0.99 |
1 Promedios comparados con la prueba de Tukey. 2 EEM: Error Estándar de la Media; N: nivel de suplementación; T: tercio de lactancia 3 PV: peso vivo; GCC: grado de condición corporal; MS: materia seca; PC: proteína cruda 4 Promedios con literales distintos son estadísticamente diferentes para la interacción NxT. |
El incremento en la producción de leche debido a un mayor nivel de suplementación en las vacas del primer tercio podría explicarse por un mayor consumo de energía y de CNE que cubrirían en una mayor medida una mayor demanda de nutrientes en esta fase de la lactancia comparativamente con aquellas vacas que recibieron una baja suplementación (ver Tabla 3). De hecho en este trabajo se encontró que la correlación entre el consumo de CNE y producción de leche fue positiva (r=0.91, p<0.001). Adicionalmente, la correlación entre el consumo de energía neta de lactancia y la producción de leche encontrada en este trabajo fue alta y positiva (r=0.77, p<0.01). Sin embargo, cuando dicha correlación se estableció con el consumo de energía proveniente del suplemento el valor obtenido fue aún más alto (r=0.93, p<0.001) a pesar de que el consumo de energía solo mostró una tendencia a incrementarse en las vacas con el nivel de suplementación alto (p>0.08) (ver Tabla 3). Kolver (2003) señala que el consumo de energía es el primer factor limitante para la producción de leche en sistemas basados en pasturas lo que se hace más crítico cuando las pasturas presentan niveles altos de FDN y lignina como es el caso del pasto kikuyo (Correa et al 2008b) que pueden limitar el consumo (Dado y Allen 1995) o la digestibilidad de la fibra (Jung et al. 1997). Por el contrario, la correlación entre el consumo de energía proveniente del forraje y la producción de leche tendió a ser baja y negativa (r=-0.36, p<0.08). González y Correa (2007) al analizar el manejo nutricional y alimenticio en 20 hatos lecheros del norte y oriente de Antioquia habían reportado previamente una correlación positiva y significativa entre el consumo del suplemento alimenticio y la producción de leche (r=0.79, p<0.001). Estos autores también encontraron que el contenido de lignina de la pradera fue la fracción química que más negativamente se correlacionó con la producción de leche (r=-0.45, p<0.05) lo que estaría explicado por la reducción en el valor energético del forraje en la medida en que el contenido de lignina se incrementa (NRC 2001). Ya con antelación Brundage y Sweetman (1960) habían reportado correlaciones negativas y significativas entre el consumo de forraje y la producción de leche (r=-0.24 a -0.54) aunque reconociendo dificultades para explicar esta correlación.
Berzaghi et al (1996), quienes tampoco observaron cambios en el CMS del forraje y el CMStotal frente a la suplementación con un alimento a base de maíz, reportaron que esta mejoró la producción de leche a razón de 0,65 L de leche/kg de suplemento. En el presente trabajo la respuesta marginal en producción de leche a la suplementación con el nivel alto frente al bajo fue de 1.62 L de leche/kg de suplemento para las vacas del primer tercio de lactancia sin que se observara respuesta en las vacas del segundo tercio de lactancia. La respuesta marginal durante el primer tercio presentada en este trabajo fue superior a la reportada por Bargo et al (2002a) con vacas de 101 ± 35 DEL y que osciló entre 0.96 y 1.33 L de leche/kg de suplemento. Estos autores encontraron que la respuesta marginal en producción de leche a la suplementación es mayor cuanto menor sea la oferta forrajera y dado que la oferta forrajera en el presente trabajo (17.1 kg de MS/vaca/d) fue inferior a la más baja en el trabajo de Bargo et al (2002a), es de esperarse una respuesta marginal mayor. Gordon (1984), por otro lado, señala que la respuesta marginal en producción de leche a la suplementación es menor mientras mayor sea el nivel de suplementación y dado que el nivel de suplementación ofrecido a las vacas del primer tercio en el presente trabajo fue menor al ofrecido por Bargo et al (2002a) era de esperarse, así mismo, una mayor respuesta marginal. Otros autores también han reportado incrementos en la producción de leche como respuesta a la suplementación con alimentos concentrados. Así, Ferris y Mayne (2003) encontraron un incremento lineal en la producción al suplementar vacas Holstein de segundo tercio de lactancia con 0.5, 3.0, 6.0 y 9.0 kg de un alimento a base de cebada, maíz y pulpa de remolacha.
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Figura 1. Producción de leche en vacas de primero y segundo tercio de lactancia bajo dos niveles de suplementación alimenticia. |
El efecto más notable frente a la suplementación alimenticia a vacas en pastoreo es el incremento en la producción de leche siendo menos consistente y significativo el incremento en el contenido de proteína en la leche (Bargo et al 2003) tal y como sucedió en este experimento (ver Tabla 5). Esta variable no respondió a los cambios en los niveles de suplementación. Adicionalmente, los valores encontrados fueron más bajos que los reportados en Antioquia para sistemas especializados (Correa 2006) lo que pudo deberse a la baja oferta forrajera que recibieron las vacas durante el periodo experimental como se discutió anteriormente. Este fenómeno fue reportado en diversas zonas de Antioquia por la cooperativa COLANTA quienes estimaron que la disminución en el contenido de proteína en la leche fue cercana al 20% de los valores normales durante el segundo semestre de 2008 (Botero 2008).
Bargo et al (2003) luego de realizar una revisión sobre el papel de la suplementación a vacas en pastoreo, concluyen que la suplementación hasta en 10.0 kg/vaca/d puede mejorar el contenido de proteína en la leche solo hasta en 4% con respecto a las vacas no suplementadas. Alvarez et al (2006), quienes suplementaron vacas Holstein con 2.5 ó 7.0 kg de un alimento concentrado a base de maíz húmedo, tampoco encontraron efecto del nivel de suplementación sobre el contenido de proteína en la leche. Berzaghi et al (1996) quienes también evaluaron la respuesta a la suplementación con un alimento a base de maíz (6.0 kg/vaca/d) tampoco encontraron diferencias en el contenido de proteína en la leche frente a las vacas alimentadas únicamente con el forraje asignado en la pradera. Jones-Endsley et al (1997) no obstante haber evaluado dos niveles de suplementación más altos (6.4 y 9.6 kg/vaca/d) con un alimento a base de maíz y cascarilla de soya, tampoco encontraron efecto sobre el contenido de proteína en la leche. Aunque los autores no reportan la oferta forrajera asignada a los animales experimentales es de presumir que esta halla sido baja puesto que el consumo de materia seca del forraje osciló entre 11.3 y 12.9 kg de MS/vaca/d. Aunque Escobar et al (2007) evaluaron cuatro niveles de suplementación (0.0, 3.0, 6.0 y 9.0 kg/vaca/d) a vacas Holstein a las que se les asignó una oferta forrajera alta (35.0 kg de MS/vaca/d), tampoco encontraron respuesta a la suplementación en el contendido de proteína en la leche. McEvoy et al (2008) compararon tres niveles de suplementación (0.0, 3.0 y 6.0 kg/vaca/d) y dos ofertas forrajeras (13.0 y 17.0 kg de MS/vaca/d) y no encontraron efecto del nivel de suplementación sobre el contenido de proteína en la leche cuando la oferta forrajera fue baja; en la oferta forrajera más alta, solo se apreció un incremento en el contenido de proteína en la leche con el nivel de suplementación de 3.0 kg/vaca/d frente a las vacas no suplementadas. Bargo et al (2002a) quienes también evaluaron el efecto combinado de dos niveles de suplementación (0.0 y 9.6 kg /vaca/d) y dos ofertas forrajeras (25.0 y 40.0 kg de MS/vaca/d) reportaron un incremento en el contenido de proteína en la leche debido a la suplementación. Ferris y Mayne (2003) tampoco hallaron cambios en el contenido de proteína en la leche de vacas Holstein no obstante haber evaluado cuatro niveles de suplementación (0.5, 3.0, 6.0 y 9.0 kg/vaca/d) durante 50 días consecutivos. Estos resultados sugieren que el incremento en el contenido de proteína en la leche como respuesta a la suplementación se presenta cuando la oferta forrajera es relativamente alta. Stockdale (1994) sugirió que el aumento en el consumo de energía metabolizable aumenta la concentración de proteína en leche en 0.6% por cada MJ de energía metabolizable adicional proveniente de concentrados y 0.3% de proteína en leche por cada MJ de energía metabolizable adicional proveniente del forraje. En este ensayo solo se observó una tendencia a incrementarse el consumo de energía con el aumento del nivel de suplementación (p>0.08) (ver Tabla 3). Fike y col. (2003) reportaron que la magnitud del aumento en la producción de leche y su concentración de proteína con la suplementación depende del tipo de pastura.
Aunque la relación CNE:PDR fue mayor en las vacas que recibieron la suplementación alta (ver Tabla 3), esto no afectó el contenido de proteína en la leche lo que podría deberse a la falta de sincronía en el momento en que las vacas consumieron el suplemento frente al consumo de la pradera (Bach 2001). Ha sido demostrado, sin embargo, que alcanzar esta sincronía es difícil y que su efecto en producción y calidad de la leche es mínimo. Vaughan et al (2002) no encontraron efecto del momento en que suministraron un suplemento alimenticio a vacas Holstein lactantes bajo pastoreo sobre la producción y calidad de la leche. Resultados similares fueron reportados por Agudelo y Puerta (2004) quienes compararon el efecto de suministrar el suplemento alimenticio a vacas Holstein pastoreando praderas de kikuyo dos veces al día durante el ordeño o repartir la misma cantidad cuatro veces diaria. Esta falta de respuesta en el contenido de proteína en la leche a la suplementación con un alimento con alto contenido de CNE podría estar asociado, así mismo, al efecto de dilución generado por el incremento en el volumen de leche producido (McEvoy et al 2008) lo que estaría explicado por el hecho de que, como se mencionó anteriormente, mientras que la correlación entre el consumo de CNE y la producción de leche fue alta y positiva (r=0.91, p<0.001), la correlación entre el consumo de CNE y el contenido de proteína en la leche fue negativa y significativa (r=-0.49, p<0.02). Por la misma razón, la correlación entre la producción de leche y el contenido de proteína fue negativo y significativo (r=-0.53, p<0.008). Otros autores también han reportado este tipo de correlación entre la producción de leche y el contenido de proteína en la leche (Ng-Kwai-Hang et al 1983, Roman y Wilcox 2000). Esto se debe fundamentalmente a que con la suplementación alimenticia se incrementa la disponibilidad de glucosa para la glándula mamaria y a que esta se destina principalmente para la síntesis de lactosa (Guinard et al 2006) y dado que esta es el principal componente osmolar de la leche (Bass y Davis 2001, Harris y Bachman 2003, Peaker 1977), durante su secreción hacia el lumen alveolar se secreta, así mismo, agua hasta equilibrar la presión osmótica del alvéolo con la del plasma sanguíneo (Shennan y Peaker 2000). Este proceso genera la dilución de los demás componentes de la leche, entre estos las proteínas, reduciendo su concentración (Bass y Davis 2001). Esta es la razón por la cual la correlación entre el contenido de lactosa y proteína en la leche es negativa (Pavić et al 2002, Rajčevič et al 2003).
El efecto de la suplementación a vacas bajo pastoreo sobre el contenido de grasa en la leche es más marcado que el reportado para el contenido de proteína en la leche como se desprende de la revisión publicada por Bargo et al (2003). En el presente trabajo, sin embargo, las concentraciones de grasa en la leche fueron similares entre los dos niveles de suplementación empleados (Ver Tabla 5). Otros autores reportan, así mismo, ausencia de efecto de la suplementación sobre el porcentaje de grasa en la leche. Así, McEvoy et al (2008) quienes compararon tres niveles de suplementación (0.0, 3.0 y 6.0 kg/vaca/d) y dos ofertas forrajeras (13.0 y 17.0 kg de MS/vaca/d), no encontraron efecto del nivel de suplementación sobre el contenido de grasa en la leche. Kennedy et al (2007) quienes también evaluaron la interacción entre dos niveles de suplementación (0.0 y 4.0 kg/vaca/d) y tres ofertas forrajeras (13.3, 15.9 y 19.0 kg de MS/vaca/d), tampoco hallaron efecto sobre el contenido de grasa en la leche. Alvarez et al (2006), de otro lado, evaluando la interacción entre el nivel de suplementación (2.5 ó 7.0 kg ) de un alimento concentrado a base de maíz húmedo y la oferta forrajera (17.4, 26.1, 34.8 y 40 kg de MS/vaca/d) en vacas Holstein, reportaron que el contenido de grasa en la leche tampoco fue afectado por los tratamientos. Ferris y Mayne (2003) tampoco reportaron modificación en el contenido de grasa en la leche de vacas Holstein de segundo tercio de lactancia a las que suplementaron con 0.5, 3.0, 6.0 y 9.0 kg/vaca/d de un alimento a base de cebada, maíz y pulpa de remolacha durante 50 días consecutivos. Bargo et al (2002a), por el contrario, al evaluar el efecto combinado de dos niveles de suplementación (0.0 y 9.6 kg /vaca/d) y dos ofertas forrajeras (25.0 y 40.0 kg de MS/vaca/d) reportaron una disminución significativa en el contenido de grasa en la leche debido a la suplementación siendo más marcada dicha reducción en las vacas a las que se les asignó la oferta forrajera baja. Como en el caso del contenido de proteína en la leche, la falta de efecto del nivel de suplementación sobre el contenido de grasa en la leche en ese trabajo se debe, posiblemente, a que el incremento en la producción de leche habría diluido el incremento en la concentración de grasa en la leche (McEvoy et al 2008). Al igual que con el contenido de proteína en la leche, el contenido de grasa en la leche parece disminuir al aumentar el nivel de suplementación solo cuando la OF es relativamente alta.
La relación entre el contenido de grasa y proteína en la leche ha sido utilizado como un indicador del estado nutricional de las vacas (Čejna y Chládek 2005, Geishauser et al 1998). En este trabajo dicha relación no fue afectada por los tratamientos y osciló entre 1.14 y 1.17 (ver Tabla 5), valores que se encuentran dentro de la relación considerada como normal para vacas Holstein (Čejna y Chládek 2005).
El rendimiento quesero tampoco fue afectado por el nivel de suplementación de la dieta (ver Tabla 5). Esta respuesta era de esperarse toda vez que el contenido de grasa y proteína en la leche no fueron afectados por los tratamientos y estos dos componentes se hallan altamente correlacionados con el rendimiento quesero explicando más del 75% de su variación (Verdier-Metz et al 2001). En el presente experimento el contenido de proteína en la leche también se correlacionó positivamente con el rendimiento quesero (r=0.48, p<0.02) lo que se explica por el hecho de que se trata del componente más limitante para la producción de quesos (Coggins 1991) reflejándose en el bajo contenido de proteína en el queso hallado en este experimento y que osciló entre 16.0 y 16.8% (ver Tabla 5). Los valores de rendimiento quesero reportados aquí fueron ligeramente más altos a los obtenidos por Coggins (1991) mientras que los de proteína en el queso se encuentran dentro del rango reportado por Sultaneh y Rohm (2007).
Uso del N
Se esperaba que el incremento en la suplementación con un alimento con alto contenido de CNE, mejorara el uso del N para la síntesis de proteínas lácteas al tiempo que se redujeran las pérdidas urinarias. En este experimento, sin embargo, este efecto no se observó. En la Tabla 6 se aprecia que la única variable del balance de N que fue afectada por los tratamientos fue el N secretado en la leche. Dicho efecto, sin embargo, no es más que el resultado combinado de la respuesta positiva observada en la producción de leche y la ausencia de respuesta al contenido de proteína en la leche (ver Tabla 5). Bargo et al (2002a), no obstante haber evaluado dos ofertas forrajeras (25.0 y 40.0 kg de MS/vaca/d) y dos niveles de suplementación con una diferencia mayor entre sí que la evaluada en este experimento (0.0 y 9.6 kg/vaca/d), tampoco encontraron efecto de estos factores sobre el N consumido y el N retenido en los tejidos. La excreción de N por las heces, sin embargo, fue mayor en las vacas que recibieron 9.6 kg del suplemento alimenticio representando 28.1 y 29.4% del N consumido en las vacas a las que se les asignó la oferta forrajera baja y alta, respectivamente (p<0.08). En el presente experimento el N excretado por las heces osciló entre 31.3 y 34.0% del N consumido indicando una menor digestibilidad aparente del N que el reportado por Bargo et al (2002a). Esto podría deberse a que el valor nutricional de las praderas utilizadas por estos autores fue más alto que el de las utilizadas en el presente experimento. Así, mientras que Bargo et al (2002a) usaron praderas cuyo contenido de PC estaba entre 19.6 y 20.3 % de la MS y el contenido de FDN fue inferior a 56.1% de la MS, el contenido de PC en las praderas utilizadas en este experimento promedió 18.1 ± 1.48% de la MS en tanto que el de FDN fue 61.6% de la MS. Estas diferencias podrían haber afectado la digestibilidad del N y, por ende, las pérdidas fecales del mismo debido particularmente a la mayor cantidad de N que estaría asociado con la fibra (NRC 2001) y a las mayores pérdidas de N endógeno (Zebrowska y Kowalczyk 1991).
Tabla 6. Uso del N en vacas Holstein lactantes de primero y segundo tercio de lactancia bajo dos niveles de suplementación alimenticia (n=6 para cada tratamiento).
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|||||||||
Variable |
Nivel de suplementación1 |
EEM2 |
P |
||||||
Alto |
|
Bajo |
|||||||
Tercio de lactancia |
|
Tercio de lactancia |
|||||||
Primero |
Segundo |
|
Primero |
Segundo |
N |
T |
NxT |
||
|
g/vaca/d |
|
|
|
|
||||
Ncons3 |
523 |
450 |
|
464 |
449 |
4140 |
0.27 |
0.11 |
0.28 |
Nheces |
166 |
140 |
|
143 |
152 |
579 |
0.57 |
0.42 |
0.11 |
Norina |
161 |
133 |
|
133 |
145 |
1186 |
0.56 |
0.59 |
0.16 |
Nleche |
109a4 |
82.1b |
|
92.8b |
77.7b |
245 |
0.02 |
0.01 |
0.10 |
Ntej |
77.3 |
93.8 |
|
95.9 |
73.1 |
3541 |
0.96 |
0.89 |
0.43 |
DigN, % |
68.0 |
68.7 |
|
68.5 |
66.0 |
26.3 |
0.61 |
0.66 |
0.44 |
|
% del Ncons |
|
|
|
|
||||
Nheces |
32.0 |
31.3 |
|
31.5 |
34.0 |
26.3 |
0.61 |
0.66 |
0.44 |
Norina |
31.1 |
29.8 |
|
28.7 |
32.7 |
53.2 |
0.93 |
0.65 |
0.39 |
Nleche |
22.7 |
18.6 |
|
20.1 |
17.5 |
10.4 |
0.16 |
0.12 |
0.58 |
Ntej |
6.51 |
4.58 |
|
12.5 |
4.68 |
239 |
0.63 |
0.44 |
0.64 |
1Promedios comparados con la prueba de Tukey. 2EEM: Error Estándar de la Media 3Ncons: nitrógeno consumido; Nheces: nitrógeno excretado en las heces; Norina: nitrógeno excretado en la orina; Nleche: nitrógeno secretado en la leche; Ntej: nitrógeno retenido en los tejidos; DigN: digestibilidad aparente del nitrógeno 4 Promedios con literales distintos son estadísticamente diferentes para la interacción NxT.
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El N excretado por la orina hallado en este experimento, por otro lado, osciló entre el 28.7 y 32.7% del N consumido (ver Tabla 6) sin que tampoco se viera afectado por el nivel de suplementación. Bargo et al (2002a), por su parte, tampoco encontraron efecto del nivel de suplementación sobre el porcentaje de N consumido que fue excretado por la orina con valores que oscilaron en un rango más amplio que el hallado en este experimento (27.3 a 41.8% del N consumido) lo que sugeriría que una dieta con una mayor digestibilidad aparente del N no necesariamente significa una ventaja en el uso metabólico del mismo.
Kolver et al (1998), por su parte, reportaron que el N urinario correspondió al 29.5 y 30.3% del N consumido en vacas suplementadas en dos momentos diferentes del día mientras que el N excretado por las heces varió entre 23.3 y 24.7% del N consumido. Salcedo (2004), por su parte, reportó que las pérdidas urinarias del N pueden ascender hasta 39.3% del N consumido.
Mientras que el N excretado en la leche varió entre 17.5 y 22.7% del N consumido sin que fuese afectado por el nivel de suplementación (Ver Tabla 6), el N aparentemente retenido en los tejidos varió entre 4.58 y 12.5% del N consumido sin que tampoco fuese afectado por los tratamientos. Bargo et al (2002a), por el contrario, reportaron que el N en la leche como porcentaje del N consumido, mejoró con la suplementación alimenticia y que este osciló entre 15.7 y 20.6% del N consumido. El N aparentemente retenido en los tejidos, en cambio, no fue afectado por el nivel de suplementación y representó entre el 16.5 y 28.1% del N consumido. Gozho et al (2008), trabajando con vacas con dos meses de lactancia, reportaron valores más bajos de N aparentemente retenido en los tejidos (3.5 a 8.1% del N consumido). Spanghero y Kowalski (1997), quienes revisaron 35 trabajos en los que se publicaron los balances de N en vacas lactantes, reportaron que el N aparentemente retenido en los tejidos fue en promedio 24 g/vaca/d, que es tan bajo como los valores reportados por Gozho et al (2008). Spanghero y Kowalski (1997) señalan, además, que este N se encuentra positivamente correlacionado con la digestibilidad del N (r=0.67, p<0.01). En este trabajo la correlación entre estas dos variables fue más alta pero igualmente positiva (r= 0.79, p<0.001) sugiriendo que en la medida en que mayor cantidad de N proveniente de la dieta sea absorbido, una mayor cantidad de este estará disponible aparentemente para la retención en tejidos. Es necesario considerar, sin embargo, que el N aparentemente retenido en los tejidos se calcula como la diferencia entre el N consumido y el N excretado por las heces, la orina y la leche de tal manera que los errores en la cuantificación de la excreción por cualquiera de estas vías afecta el valor del N aparentemente retenido en los tejidos (Spanghero y Kowalski 1997). Adicionalmente, se debe tener en cuenta que no necesariamente el N que no es excretado por la leche o la orina se retiene en los tejidos puesto que existe una porción importante que es reciclado por la saliva y las paredes ruminales y no es cuantificado y que, por lo tanto, reduce la cantidad real del N aparentemente retenido en los tejidos. De hecho, muchos trabajos reportan que la retención aparente del N en los tejidos calculada por diferencia, es mucho mayor que la estimada por cambios en la masa corporal (MacRae et al 1993, Spanghero y Kowalski 1997). Reynolds y Kristensen (2008) revisaron el reciclaje de N en rumiantes y propusieron una ecuación que permite estimar que aproximadamente el 20% del la urea sintetizada es reciclada al tracto gastrointestinal cuando el contenido de PC de la dieta es cercano al 18% de la MS mientras que el 80% restante es excretada por la leche y la orina.
Excreción de urea por la leche y la orina
No obstante que con el nivel de suplementación alto tanto el aporte de CNE así como la relación CNE:PDR fueron mayores (ver Tabla 3), los tratamientos no mostraron ningún efecto sobre la excreción de urea por la leche o por la orina (ver Tabla 7). Álvarez et al (2006) evaluando la interacción entre el nivel de suplementación (2.5 ó 7.0 kg) de un alimento concentrado a base de maíz húmedo y la oferta forrajera (17.4, 26.1, 34.8 y 40 kg de MS/vaca/d) en vacas Holstein tampoco encontraron efecto de estos tratamientos sobre el N ureico en la leche. Aunque este metabolito esta relacionado con la utilización de la proteína por vacas lactantes (Lewis 1957) y se ha asociado con el contenido de PC de la dieta (Bonanno et al 2008, Broderick y Clayton 1997, Zhai et al 2006), en este experimento la correlación entre estas dos variables no fue significativa (r=0.17, p>0.43). Otros reportes muestran, igualmente, una muy baja correlación entre estas dos variables (Oudah 2008, Roseler et al 1993, Wood et al 2003). Montoya et al (2004), por el contrario, reportaron una reducción en la concentración del N ureico en la leche en vacas Holstein lactantes que fueron suplementadas con 6.0 y 12.0 kg de papa cruda. Bargo et al (2002a), así mismo, encontraron que la suplementación con un alimento concentrado a vacas bajo pastoreo reduce la concentración de urea en la leche debido a la reducción en la producción y concentración de amoníaco ruminal. Pardo et al (2008) encontraron que la suplementación de una fuente de CNE de rápida degradación en el rumen como lo es el azúcar, reduce la producción de amoniaco ruminal y, en consecuencia, la concentración de N ureico en sangre y leche. La falta de respuesta en el contenido de N ureico en la leche al nivel de suplementación en este experimento podría estar explicado por la baja variación que mostraron tanto la concentración del N ureico en la leche (18.3 a 19.8 mg/dL) como la de proteína en la dieta (16.7 a 17.2% de la MS).
Tabla 7. Excreción de urea en leche y orina en vacas Holstein de primero y segundo tercio de lactancia bajo dos niveles de suplementación alimenticia (n=6 para cada tratamiento).
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|||||||||
Variable |
Nivel de suplementación1 |
EEM2 |
p |
||||||
Alto |
|
Bajo |
|||||||
Tercio de lactancia |
|
Tercio de lactancia |
|||||||
Primero |
Segundo |
|
Primero |
Segundo |
N |
T |
NxT |
||
NUL3, mg/dL |
18.3 |
19.1 |
|
19.8 |
19.4 |
12.4 |
0.35 |
0.96 |
0.53 |
NUL/Nleche, % |
4.84 |
4.48 |
|
4.91 |
5.07 |
0.98 |
0.43 |
0.81 |
0.53 |
NUO, mg/dL |
567 |
580 |
|
603 |
579 |
5682 |
0.58 |
0.86 |
0.55 |
NUO/Norina, % |
72.6 |
76.5 |
|
77.8 |
73.5 |
113 |
0.80 |
0.95 |
0.36 |
NUT, g/vaca/d |
121 |
104 |
|
107 |
111 |
0.64 |
0.71 |
0.50 |
0.33 |
NUL/NUT, % |
5.03 |
3.58 |
|
4.20 |
3.67 |
1.32 |
0.44 |
0.05 |
0.34 |
NUT/Nconst, % |
23.2 |
23.2 |
|
23.3 |
25.0 |
27.1 |
0.65 |
0.71 |
0.69 |
NUT/Nexcrt, % |
26.9 |
29.4 |
|
29.0 |
29.6 |
23.6 |
0.57 |
0.44 |
0.65 |
1Promedios comparados con la prueba de Tukey. 2EEM: Error Estándar de la Media; N: nivel de suplementación; T: tercio de lactancia 3NUL: nitrógeno ureico en la leche; NUO: nitrógeno ureico en la orina; NUT: nitrógeno ureico total; Nconst: N consumido total; Nexcrt: N excretado total |
El N ureico en la leche representó entre el 4.48 y 5.07% del N en la leche (ver Tabla 7) cuyos valores son similares a los reportados por Bargo et al (2002a) en vacas Holstein bajo pastoreo quienes observaron, además, una reducción en esta variable como consecuencia de la suplementación con un alimento concentrado. El contenido de N ureico en la orina observado en el presente trabajo, por otro lado, estuvo dentro de los valores reportados por Burgos et al (2005) en dos hatos lecheros del estado de California (Estados Unidos) y dentro de los valores hallados por Dinh (2007) en vacas Holstein en el segundo tercio de la lactancia. Burgos et al (2005) no encontraron alguna relación significativa entre la concentración de N ureico en la orina y el manejo nutricional de los hatos mientras que Dinh (2005) observó un incremento en esta variable como respuesta al aumento en la concentración de PDR y PNDR en la dieta. Kazemi-Bonchenari et al (2010) también reportaron un incremento significativo en la urea excretada por la orina como respuesta a la infusión de caseína en el rumen de vacas Holstein lactantes mientras que Ibarra et al (2006) encontraron un aumento en el N ureico en la orina ante la suplementación con harina de pescado a vacas Holstein lactantes. El N excretado en la orina en forma de urea en este trabajo representó entre el 72.6 y 77.8% del N urinario, valores que fueron similares a los reportados por Burgos et al (2005) pero ligeramente más bajos que los reportados por Ibarra et al (2006).
La excreción de N ureico total en el presente trabajo fue menor al reportado por Ibarra et al (2006) pero más alto que el reportado por Kazemi-Bonchenari et al (2010). Esto pudo deberse a las diferencias en el consumo de materia seca total y la producción de leche hallados por estos autores comparados con los datos obtenidos en el presente trabajo. Así, mientras que Ibarra et al (2006) reportaron que el consumo de materia seca total osciló entre 19.6 y 21.5 kg/vaca/d con una producción de leche entre 25.3 y 26.6 L/vaca/d, Kazemi-Bonchenari et al (2010) trabajaron con vacas cuyo consumo de materia seca total más alto fue 16.4 kg/vaca/d mientras que la producción de leche estuvo entre 11.5 y 12.3 L/vaca/d. El NUL, por otro lado, representó entre el 3.58 y 5.03% del N ureico total excretado, valores más altos que los calculados a partir de los datos reportados por Burgos et al (2007) en los que el NUL correspondió a cerca del 1.8% del N ureico total excretado. Estos autores reportaron, así mismo, una relación lineal entre NUL y el NUO con un coeficiente de determinación alto (r2=0.99).
Metabolitos sanguíneos
No obstante que hubo un efecto de los tratamientos sobre la producción de leche lo que habría estado determinado por una mayor extracción de glucosa de la sangre (Guinard et al 2006), no se observaron diferencias en la glicemia ni en la concentración de los demás metabolitos sanguíneos (ver Tabla 8). El contenido de glucosa estuvo dentro de los valores fisiológicos normales para vacas en producción (Bargo et al 2002a, PennState 2010) aunque fueron más bajos que los reportados por Eryavuz et al (2008) en vacas Holstein adultas quienes encontraron una concentración de 92.4 mg/dL en el segundo mes de lactancia y 74.9 mg/dL en el octavo mes de lactancia. Los valores hallados en este trabajo fueron similares a los reportados por Galvis et al (2003) y por Kolver et al (1998) pero ligeramente más altos que los valores hallados por Bargo et al (2002a). Montoya et al (2004) no encontraron efecto del nivel de suplementación con papa cruda a vacas Holstein lactantes (0.0, 6.0 ó 12.0 kg/vaca/d) sobre el contenido de glucosa en sangre. Burke et al (2008) tampoco encontraron cambios en la glicemia en vacas a las que se les suministró una baja oferta forrajera (15 kg de MS/vaca/d) y se suplementaron con 4.0 kg de tres tipos de suplementos alimenticios. Moorby et al (2002) tampoco reportaron variaciones en el contenido de glucosa en novillas de primera y segunda lactancia que fueron suplementadas con 2.0 ó 7.0 kg de un alimento concentrado. Bargo et al (2002a), por el contrario, encontraron que la concentración sanguínea de este metabolito se incrementó en las vacas suplementadas con 9.6 kg de un alimento a base de maíz, nivel mucho mayor que el utilizado en este experimento. Jenny y Polan (1975) también reportaron un incremento marcado en el contenido de glucosa sanguínea en vacas Holstein lactantes entre tres y cuatro horas después de ser suplementarlas con un alimento rico en granos, desde un valor basal de 63.3 hasta un valor máximo de 72.2 mg/dL. En el presente trabajo, las muestras de sangre se tomaron aproximadamente seis horas después del ordeño de la mañana lo que podría haber influido en los valores ligeramente más altos a los hallados por Bargo et al (2002a) quienes tomaron las muestras de sangre antes de ser suplementadas. Galvis et al (2003), quienes monitorearon el estado metabólico de vacas Holstein desde 12 días preparto hasta el día 100 posparto, no encontraron cambios en la concentración de glucosa con el avance de la lactancia. Herbein et al (1985), por el contrario, reportaron un incremento cuadrático en la concentración de este metabolito en función de los DEL.
La glicemia refleja el balance entre el aporte y la extracción de glucosa por los diferentes tejidos (Guinard et al 2006). La suplementación con altas cantidades de alimentos concentrados pueden incrementar la glicemia (Bargo et al 2002). De acuerdo con Guinard et al (2006) existen diversos factores que determinan la cantidad de glucosa que es extraída por la glándula mamaria desde la sangre entre los que se destacan el control del flujo sanguíneo en este tejido, la tasa de extracción de glucosa desde la sangre y el destino metabólico de la glucosa en el tejido epitelial mamario. De estos, la tasa de fosforilación parece ser el factor más limitante. Según Xiao y Cant (2005) la actividad de la hexoquinasa en el epitelio mamario responde por cerca del 80.0% del control en el uso de glucosa por este tejido en tanto que la actividad de GLUT1, el transportador de glucosa mamario que es independiente de insulina, responde por el otro 20.0%. Este tipo de control pareciera actuar, así mismo, en tejido adiposo y muscular en los que actúa GLUT4, el transportador de glucosa dependiente de insulina, en los que este transportador es expresado invariablemente durante la lactancia y el periodo seco capacitando a estos tejidos para captar glucosa. Sin embargo, no lo hacen (Komatsu et al., 2005). Aunque Komatsu et al. (2005), sugieren que la reducción en el transporte de la glucosa al interior de las células del tejido adiposo y muscular durante la lactancia se debe a un estado de insulinoresistencia, es más probable que esto se deba a la baja actividad de la hexoquinasa en tales tejidos (Kaneko 1997). De esta manera, la actividad de la hexoquinasa más que la de los transportadores de glucosa, podría ser el factor determinante en el direccionamiento de la glucosa entre la glándula mamaria y los demás tejidos durante la lactancia.
Tabla 8. Concentración de metabolitos sanguíneos en vacas Holstein de primero y segundo tercio de lactancia bajo dos niveles de suplementación alimenticia (n=6 para cada tratamiento).
|
|||||||||
Variable |
Nivel de suplementación1 |
EEM2 |
P |
||||||
Alto |
|
Bajo |
|||||||
Tercio de lactancia |
|
Tercio de lactancia |
|||||||
Primero |
Segundo |
|
Primero |
Segundo |
N |
T |
NxT |
||
Glucosa, mg/dL |
70.2 |
67.8 |
|
71.6 |
77.6 |
186 |
0.32 |
0.74 |
0.46 |
Colesterol, mg/dL |
193 |
170 |
|
188 |
177 |
651 |
0.89 |
0.11 |
0.43 |
AGNE3, mEq/L |
236 |
322 |
|
318 |
263 |
14469 |
0.83 |
0.77 |
0.19 |
Insulina, mUI/mL |
4.07 |
4.65 |
|
6.35 |
4.47 |
21.3 |
0.60 |
0.75 |
0.55 |
1Promedios comparados con la prueba de Tukey. 2EEM: Error Estándar de la Media; N: nivel de suplementación; T: tercio de lactancia 3AGNE: ácidos grasos no esterificados |
El contenido sanguíneo de colesterol encontrado en este trabajo se encuentra dentro de los valores fisiológicos normales (PennState 2010) (ver Tabla 8) aunque fue más alto que el reportado por Galvis et al (2003) pero similar a los valores hallados por Montoya et al (2004) quienes tampoco encontraron efecto del nivel de suplementación con papa cruda sobre el contenido de este metabolito. La concentración de ácidos grasos no esterificados estuvo dentro del rango fisiológico (PennState 2010) (ver Tabla 8) aunque fue menor a la reportada por Pires et al (2007) pero similar a la hallada por Bargo et al (2002a) quienes, por su parte, encontraron que la suplementación con 9.6 kg de un alimento a base de maíz redujo significativamente el contenido sanguíneo de ácidos grasos no esterificados. Pulido et al (2009) encontraron que la concentración de estos metabolitos en sangre fue más alto en vacas que recibieron una oferta forrajera alta (34.0 kg de MS/vaca/d) sin suplementación (380 mEq/L) que aquellas que fueron suplementadas con un alimento a base de cebada (306 a 321 mEq/L). Burke et al (2008) encontraron, así mismo, una reducción significativa en el contenido de ácidos grasos no esterificados en la sangre en vacas a las que se les asignó una baja oferta forrajera (15.0 kg de MS/vaca/d) y se suplementaron con 4.0 kg de tres tipos de suplementos alimenticios. Estos autores reportaron, al igual que Bargo et al (2002a), que las vacas a las que se les asignó la oferta forrajera baja y no fueron suplementadas presentaron niveles más altos de estos metabolitos que las vacas que recibieron una oferta forrajera más alta.
En vista de que un aumento en la oferta forrajera se ve reflejado en un incremento en el consumo de materia seca del forraje (Álvarez et al 2006, Bargo et al 2002a, Escobar y Carulla 2003) es de suponerse que bajo las condiciones de oferta forrajera restringida que recibieron las vacas durante la fase experimental, el consumo del forraje hubiera sido menor al que las vacas estarían en disposición de consumir y, por lo tanto, es muy posible que estas hubieran permanecido subnutridas durante toda la fase experimental. De hecho, un mayor consumo de forraje debido a una mayor oferta forrajera, se traduce en menores contenidos de ácidos grasos no esterificados en la sangre (Bargo et al 2002a, Burke et al 2008). En este experimento, sin embargo, se encontró una correlación positiva entre el contenido de ácidos grasos no esterificados en sangre y el consumo de materia seca del forraje (r=0.40, p<0.06) lo que podría ser debido a la menor calidad nutricional del pasto kikuyo en comparación con las praderas utilizadas por Bargo et al (2002a) y por Burke et al (2008) en sus experimentos así como por un menor consumo de energía en las vacas que recibieron el nivel de suplementación bajo (Tabla 3).
El contenido de insulina en la sangre no fue afectado por los tratamientos (ver Tabla 8) cuyos valores fueron similares a los reportados por Galvis et al (2003) y por Voelker y Allen (2003) en vacas Holstein lactantes pero más bajos que los reportados por otros autores (Hayirli et al 2001, Holtenius et al 2003). Razz y Clavero (2004) tampoco encontraron cambios en el contenido de insulina en sangre en vacas mestizas que fueron suplementadas con bajas cantidades (0.0, 1.0 y 2.0 kg/vaca/d) de un alimento concentrado.
La baja concentración de insulina en sangre hallada en este trabajo podría ser consecuencia de la restricción en la oferta forrajera a las que estuvieron sometidas las vacas experimentales y que las habría mantenido en un estado de subnutrición. Pires et al (2007) reportaron una disminución hasta del 50% en el contenido de insulina en sangre en vacas Holstein secas sometidas a restricción alimenticia al tiempo que el contenido de ácidos grasos no esterificados se incrementó marcadamente pero sin que se viera alterado el contenido de glucosa. Resultados similares fueron reportados por Oikawa y Oetzel (2006).
La insulina juega un papel clave en la partición de nutrientes en la vaca lactante (Correa y Echeverri 2009) reduciendo la producción de leche (Hayirli et al 2002, Léonard et al 1997, Shepherd et al 1998) e incrementando la concentración de grasa y proteína en la leche (Mackle et al 2000). En conformidad con estos efectos, Walsh et al (1980) reportaron una correlación negativa y significativa entre la concentración de insulina en la sangre y la producción de leche en vacas Holstein (r=-0.33, p<0.01). En el presente trabajo, sin embargo, aunque la correlación también fue negativa, no fue significativa (p>0.18). Por el contrario, se encontraron correlaciones positivas y significativas entre el contenido de insulina en sangre y la concentración de grasa (r=0.36, p<0.1) y proteína en la leche (r=0.63, p<0.01). Así mismo, se encontró que la correlación entre la concentración sanguínea de esta hormona y la concentración de urea en la leche fue negativa (r=-0.37, p<0.1). Estos resultados coinciden con los de McGuire et al (1995) y Mackle et al (1999) quienes evaluaron el efecto de esta hormona sobre el uso de nutrientes por la glándula mamaria y concluyen que la disminución en el contenido de urea es consecuencia de la reducción en la oxidación de aminoácidos y el incremento en su uso por tejidos extrahepáticos.
La insulina no solo regula la partición de nutrientes hacia la glándula mamaria si no que, además, regula el uso de los nutrientes al interior de la glándula mamaria. Recientemente Appuhamy (2010) evaluó el efecto de una mezcla de aminoácidos esenciales y su interacción con insulina, glucosa y acetato sobre la síntesis de proteínas en células epiteliales mamarias bajo condiciones in vitro y concluyó que la insulina por sí sola ejerce un papel clave en este proceso y que ni la glucosa ni el acetato parecen modificar la tasa de síntesis de las proteínas lácteas. Esta sería la razón por la cual al no haberse encontrado diferencias en la concentración de insulina en sangre, no hubo diferencias en el contenido de proteínas en la leche. Así mismo, explicaría la correlación significativa hallada entre la concentración de insulina en sangre y el contenido de proteína en la leche así como las bajas concentraciones de proteína en la leche asociadas a la baja concentración de insulina en la sangre.
Bajo las condiciones en las que se realizó este experimento se puede concluir que un aumento en la suplementación con alimentos ricos en CNE a vacas lactantes de primero y segundo tercio de lactancia pastoreando praderas de pasto kikuyo con oferta forrajera restringida, no afecta el consumo de materia seca del forraje aunque mejora la producción de leche únicamente en las vacas de primer tercio de lactancia.
El aumento en el nivel de suplementación no mejoró las concentraciones de proteína ni disminuyó las de grasa en la leche, el uso del N, ni el metabolismo energético y proteico.
A CEAGRO por facilitar las instalaciones y los animales del Centro de Producción Paysandú así como las instalaciones del Laboratorio de Alimentos del Centro de Producción San Pablo para la elaboración del suplemento alimenticio. Al Laboratorio de Bromatología por facilitar sus instalaciones y equipos para el análisis de las muestras. A los trabajadores del Centro de Producción Paysandú, en especial a Luis Alberto Echavarria por su invaluable colaboración y paciencia durante la ejecución del trabajo de campo. Así mismo, expresamos nuestro agradecimiento a COLCIENCIAS por la financiación de este trabajo (Proyecto 1101-405-20172 de 2007).
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Received 10 December 2010; Accepted 7 February 2011; Published 1 April 2011